05 noviembre 2008

*Predicación 26.10/&2.11/'08 “La fuerza oscura contra la fuerza luminosa”

(Primera parte)
La oscuridad…

- Cuando era niño, mis padres y los adultos a mi alrededor me enseñaron a ocultar algunos sentimientos, principalmente los que dejaran ver alguna debilidad.
- Al crecer me di cuenta que era fácil ocultarme ante los demás, principalmente en la adolescencia, incluso fui capaz de proyectarme bajo una actitud áspera, siniestra y retante.
- Luego, de más joven y entrando en contacto con personas más comunes a mí, pude relajarme más y pude salir de esa apretada vida. Seguí cubriendo mi personalidad pero en ésta etapa traté de abandonar todas las capas que me estorbaran. Quería que la gente me viera como yo creía ser.
- Pasando ésta etapa y más ligero de equipaje, estaba abierto a aprender. Como no tenía ya muchas capas que cubrieran mi verdadero yo, pude también practicar lo que estaba aprendiendo… me di cuenta que las personas que me rodeaban tenían también cualidades y debilidades. Pensé que saber cuáles eran esas características me colocaría en una posición privilegiada.

No fue así… la verdad de las personas y las mías propias son sólo capas y capas de información de sobra, que no dan más que eso… información.
El saber de mí y de los demás no garantiza mucho.
Me di cuenta que estaba como al principio… y que los adultos que me enseñaron de niño a ocultar mis sentimientos eran niños disfrazados de adultos… lo único que los diferenciaba de un niño era que ganaban el dinero suficiente para liberarse de sus propios padres para seguir sus vidas bajo sus propias reglas.


Al escribir este sermón, Dios asentó lo que había estado analizando este año… Debajo de cada persona existe una luz que es controlada y opacada por años y años de adiestramiento familiar y religioso. ¿Tienen idea de lo que pesan las tradiciones, los dogmas, las
banderas, el pasado y las idiosincrasias? Todas estas características y esa formación o educación nos hacen ser quienes somos… ¿pero, quiénes somos realmente tras esas capas? ¿Son desgraciadamente esos adjetivos los que obscurecen nuestro verdadero ser? Y lo que es peor… ¿Son estas cualidades humanas las que impiden que tengamos una relación con Dios de manera auténtica, eficaz y de buenos frutos?

Algunos están pensado que no, que la educación que recibieron fue la mejor. Lo cual es buenísimo, porque eres un adulto del cual se puede percibir una gran madurez y dominio propio… Pero hasta estas líneas me estaba refiriendo sólo a las cosas del mundo, el reino de Dios es otra cosa.

La Biblia (palabra de Dios) nos pide ser auténticos aún bajo las cosas buenas que hemos aprendido en el pasado y nos exhorta, por ejemplo a ser como niños: Leemos en
Mateo 18: 1-4 En ese momento los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: —¿Quién es el más importante en el reino de los cielos? Él llamó a un niño y lo puso en medio de ellos. Entonces dijo: —Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos. Por tanto, el que se humilla como este niño será el más grande en el reino de los cielos.

Fíjate bien como es un niño… bueno o malo, alegre o triste, gritón o callado… es muy difícil que veas en ellos alguna actitud falsa. Y aún cuando traten de mentir o actuar, te darás cuenta fácilmente de sus intenciones, pues ellos no son dominados por ideas o formaciones… están en una etapa natural de inocencia y sinceridad.

¿Qué tiene que ver esto con la densa oscuridad del mundo?

Los adultos educan niños (as), preparándoles para un mundo feroz y competitivo, y al salir del hogar se confirma el porque de esa preparación, los demás niños a nuestro alrededor fueron educados con ideas similares. Nos llevan a la iglesia nos instruyen (bien o mal) en la palabra. Pagan escuelas y universidades y finiquitan un proyecto de vida que nos dará las facilidades de sobrevivir en este mundo obscuro y digno de conquistar. Todo esto está muy bien, es como
funcionan las cosas aquí, pero no es de sorprendernos que después de toda esa educación el mundo quede poblado y manejado por adultos feroces y acomodados en un mundo obscuro, como resultado de esta competividad cotidiana y común. Pero, nos quedamos con esa actitud día y noche, bajo cualquier circunstancia, aún después de haber triunfado, nos colgamos y auto acreditamos la victoria y nos ponemos la corona. Nos enamoramos del “poder” y jamás regresamos a la humildad primera de la infancia.. por temor a perder lo ganado, evitamos ser débiles, honestos y auténticos, nos quedamos bajo la mascara, ocultando cosas malas y cosas buenas indiscriminadamente, ese es un factor que nos mantiene en cierta obscuridad y congraciados con el mundo.

Ésta es mi forma de definir la oscuridad:
Cuando no es nublado y es de día… y vemos arriba hacia al cielo, lo que
miramos no es más que un color brillante color celeste, efecto de la luminosidad que el sol le regala a la atmósfera. Pero cuando el sol se esconde de nuestro lado terráqueo es entonces que deja ver la realidad, lo que vemos es el negro, oscuro y frío espacio, casi ausente de luz. Y si creemos en las teorías científicas sobre el universo, podemos destacar que más del 75% de este espacio es carente de luz. Ésta teoría se aplica a todos los aspectos en la vida… el 75% de todo cuanto existe es en cierta forma una materia obscura, engañosa, intrincada y complicada… es eso que llamamos humanidad.

La densa oscuridad reina éste mundo y en nosotros… (sólo si lo permitimos) Les daré algunos ejemplos… - Cuando vemos los logros de toda una vida de una persona, desgraciadamente para los demás destacan siempre sus desaciertos o errores, sus virtudes (aunque muchas) sucumben ante una pequeña mancha en su historial. - Una sóla gota de negro que se mezcla con un litro de tinta 100% blanca bastara para convertirla en toda una vida permanentemente gris 75. - En un grupo de personas que animosamente se ponen de acuerdo para planear sus estrategias, un sólo comentario negativo tiene el poder de desanimar o desalentar el entumíamos original.


Ahora bien, siguiendo con la teoría de la luz y la oscuridad, y aunque la diversidad nos da pie a pensar en un mundo de colores… pareciera entonces que estamos en un mundo gris, donde el color más brillante se homogénea para marchar todos a la obscura cotidianidad de la pesada “armonía” que reina en este mundo donde el ganador es el más feroz. Podríamos pensar que el mundo está casi lleno de personas envenenadas de egoísmo, luchando y pisando a los demás por su propio interés o éxito... si ésta teoría es real, no se desanimen, veremos que tenemos aún mucho por descubrir o iluminar.

Es entonces según lo que creemos los cristianos que Jesús es la luz que ilumina nuestra existencia dando vida a tan tremendas formas de existir en este mundo. Leemos Juan 1: 1-13… En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba con Dios en el principio. Por medio de Él todas las cosas fueron creadas; sin Él, nada de lo creado llegó a existir. En Él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Ésta luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla.

Para lograr ver en la oscuridad es importante valerse de otros medios que no sea la vista, depender tanto de ésta cualidad nos hace esclavos de lo que se nos presente o de quien se nos ponga enfrente, hacemos caso sólo a lo que vemos, y aparentemente la verdad es muy engañosa.

Cualquiera que desee proyectarse así mismo podrá hacerlo de la manera que le plazca y en cualquier momento, usando el disfraz más adecuado para la ocasión.

La mayoría de nosotros mentimos a una velocidad inconsciente, constantemente, somos realmente como un actor que adoptó la personalidad que la vida le obligo a tener y a proyectar.
En mucho es por un instinto natural llamado ‘vergüenza’ el decoro y la prudencia mantienen un lado privado, un mundo oculto que necesitamos mantener así por razones sociales… esa “capacidad” social nos hace expertos en la mentira, y usamos esa herramienta también para actuar. Cuando nos aislamos tanto de la realidad llegamos a convertirnos en ese ser obscuro que irradia una luz ajena… ajena, disfrazada, engañosa por que en realidad esa luz se proyecta más no ilumina, es como la luz de un proyector, iluminando los escenarios que ocupamos como plataforma de un plan de vida diseñado previamente y que no hace más que cumplir con el “vive y deja vivir,” como un pedazo de metal ruidoso.
En este sentir, todos somos pecadores, y usamos la mentira como herramienta.
- Si decimos: "No tenemos pecado", nos engañamos y la verdad no está en nosotros.
- Si decimos: "No hemos pecado", le hacemos mentiroso y su Palabra no está en nosotros.

En ese estilo de vida cotidiano nos reconocemos pero sólo con el maquillaje y el atuendo que seleccionamos. Es tanto el uso de ese rol que de hecho nos sentimos ese personaje, el verdadero ‘yo’ está escondido entre la vergüenza de ser como eres sin temor a la critica y la poderosa mentira que has creado de tí mismo. El verdadero “yo” se esconde y se proyecta en cada comentario que haces, sólo quienes tienen capacidad de ver más allá de tus palabras saben lo que en realidad estás diciéndole al mundo y a Dios.

Cuado te miras al espejo, lo que ves en realidad es una construcción de acuerdos y desacuerdos mentales, basados en lo que ves, y juzgas según tu estado de ánimo. Pesa mucho la opinión ajena, pero tiene mayor importancia la autocrítica, el cuidadoso perfeccionismo y la laboriosa maquinaria llamada ‘mente’ nos hace depender mucho de lo que sentimos, el más poderoso de los sentidos al cual tu mente da más crédito, es la vista. Ésta es la trampa que nos mantiene en la obscuridad a la que me refiero y la cual predomina en este mundo, iluminado en artificio, por bombillas eléctricas, pero oscurecido de mentiras e hipocresías.

La oscuridad de nuestra propia mente nos lleva al siguiente punto:
Si mi teoría es correcta, el 75% de la población se encuentra en obscuridad, rodeados de mentiras, escondiendo intenciones, siendo partidario con el mundo, y regalando unos grises pintados de blanco pero que en realidad son más negros que la noche, ocultando la verdad de Cristo e inconscientemente obstaculizando el ministerio… una teoría así suena a una conspiración maligna… pero créanme, el mundo está lleno de secretos.

¿Qué hacer para sacar de éste mundo y de nosotros mismos lo mejor?
Una herramienta que yo uso, personalmente es la documentación… en donde la mente juega el papel de un archivero histórico, registrando eventos factibles de cada persona, y valorando según sus hechos a cada persona. Separando un poco los sentimientos, la frialdad del análisis te lleva a descubrir la verdad sin partidismos. Se puede conocer a una persona con el tiempo, el tiempo que se lleva lograrlo dependerá de que tanto uses todos tus sentidos para ver.
A menor dependencia de sólo un sentido menor el tiempo de documentación.

Es así, que para destacar por sobre éste mundo oscuro, lleno de personas que ocultan sus sentimientos tras personalidades diversas y actitudes ambiguas, se vale uno de las herramientas necesarias que aporta el conocimiento y la sabiduría… y aún así el tesoro del saber no trae necesariamente la felicidad (como lo dije en un sermón anterior)

Por supuesto hay algo más allá de las personalidades… está el amor, esa gran capacidad que en teoría todos sabemos pero que en la práctica pocos conocemos… La clave estaba ahí… y lo dije antes… de que sirve conocer a una persona si lo que sepas de ella te hará detestarla… no digo odiarla… nadie usa esa palabra, preferimos decir por ejemplo… esa persona simplemente la conozco como es y no la quiero cerca de mí”

Saber las teorías de la personalidad afiladamente como un psicólogo, definitivamente te hará conocer a las personas y tolerarlas, pero la capacidad de ver más allá de esas capas te hará amarlas. La capacidad de amar la tienen todos los seres humanos y sin embargo, se perfecciona en Cristo.

En la segunda parte de éste sermón, veremos las ventajas que tiene destacar por sobre la obscuridad del mundo pero estando en la luz de Dios.

Antes de eso quitemos el velo, mira la realidad y busca a esa persona auténtica que existe en ti y deja que ese conocimiento te lleve fuera de la obscuridad, pues en la luz nos es más conveniente estar.
Porque cuando llegamos o lleguemos al momento cumbre de aceptar el llamado de Jesús hacia la salvación y perdón, se hace un análisis de nuestras faltas o pecados…
¿eres o fuiste auténticamente tu quién platicó con Dios o fue ese ser oculto bajo las capas?
Cuando Cristo llegue por ti… ¿te reconocerá tras tantas capas, te verá bajo un manto obscuro?

Yo creo firmemente que Dios trabaja con las personas que son auténticas, buenas o malas en este momento no lo estoy discutiendo… Dios vino para los que lo necesiten, pese a todo y a todos, Él está para escucharte, sea lo que sea, seas como seas… pero se tú.
Salte un poco de la sombra de tus capas y recibe la luz, la claridad de la verdad en Cristo Jesús… te aseguro que ganaras más terreno y más rápido será tu ascenso que si sigues tus viejas creencias. Sólo sé tú.

(Segunda parte) La Luz

leemos Juan 1: 1-13 En el principio ya existía el *Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba con Dios en el principio. Por medio de Él todas las cosas fueron creadas; sin Él, nada de lo creado llegó a existir. En Él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla. Vino un hombre llamado Juan. Dios lo envió como testigo para dar testimonio de la luz, a fin de que por medio de él todos creyeran. Juan no era la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz. Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo. El que era la luz ya estaba en el mundo, y el mundo fue creado por medio de él, pero el mundo no lo reconoció. Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron. Más a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dió el derecho de ser hijos de Dios. Éstos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios.

Es importante reconocer que a Jesús como la luz, ya que en el tendremos capacidades incomparables y de total utilidad para nuestro bien y el de nuestro prójimo. Una de las herramientas que más me ha servido sobre las teorías que explican la complejidad y la diversidad de las personalidades es el entendimiento con propósito. Desde que lo comprendí, siempre he dicho: “no analices a alguien más que con la finalidad de empatizar o ayudar.” Pues, ¿De qué sirve conocer a una persona detrás de la máscara, o qué beneficios se encuentra de eso, si sólo se usa para juzgar a las personas, valorarlas o desvalorízalas por lo que hacen en la oscuridad? De poco sirven en el orden espiritual si el saber de más no conlleva a un propósito bueno. La guerra está perdida desde el momento que descubrimos lo terribles o inmaduras que pueden ser las personas ya que el poder del saber también puede llevar a la destrucción. Al final no hay aliados, no hay justo ni aun uno. Toda esa rudeza que aflora en las personas es una capa gruesa de nubes que ocultan algo valioso.

Cuando no está nublado, la luz llega en todo momento a iluminar impresionantemente las cosas… Esa es una valiosa cualidad que podemos usar para ver con buenos ojos a las personas, es un regalo de Dios que podemos aprovechar para mirar mejor a las personas detrás de lo que ocultan. Detrás de cada persona, detrás de sus máscaras, existe un gran potencial que sólo se puede descubrir evitando prestar atención a sus actitudes, generalmente en defensa, celosa de su pretenciosa apariencia.

Es tu deber como creyente en Cristo, amar a tu prójimo, aunque ese prójimo sea la persona que a tu juicio sea la peor de todas, si el amor que está dentro de ti es genuino, entonces tendrás la capacidad innata de ver en cada persona que existe un potencial y un lado positivo.

Ver, descubrir a las personas detrás de las máscaras por motivos honestos y buenos, es toda una deliciosa aventura. Todas las personas llevan encima de sus rostros, ropas, calzado, actitudes y reacciones, un lenguaje que hablas más de lo que odian o están tratando de ocultar. Sin esas cosas la persona no es mas que un ser igual a cualquiera. Conocer a una persona, sin prestar demasiada atención a sus folclóricas y ridículas máscaras, sin tomar atención a lo que desea ocultar (sus razones tendrá y no deseo juzgarla por eso) es una labor generosa. Pues dar crédito de buenas a primeras a una persona por su mera apariencia, por lo que desea proyectar en grupo, por sus palabras escogidas, por sus credenciales plásticas es evitar conocerla a profundidad, logrando sólo aceptarla por quien es en ese momento. Con el tiempo aceptamos a las personas así, de momento a momento solamente.
Nos acostumbramos a las personas por como actúan o se proyectan… si una persona es egoísta, arrogante, grosera… entonces decimos rápidamente “él es así” o “ella es así” Pero mucho ojo… no mires eso… todos dirán eso de esa persona y aún ésta persona se podrá sentir así… pero tú no lo creas, ve (mira) más dentro… mira bien donde la luz no llega… en ese lugar tan oculto está el potencial de esa persona.

Si tú tienes ese momento de luminosidad, y descubres en alguien ese potencial que él mismo oculta en su gruesa piel y corazón duro… experimentaras el milagro de haber descubierto un continente, lleno de vida, luz y posibilidades, incluso desconocidas por el mismo portador de ese cuerpo. Si ya tienes práctica en eso… ya eres como Jesús que sabía mirar en los demás ese potencial en las personas que el mundo considero débiles, sin esperanza, en los perdidos.

Una vez escuché decir a una cantante “Yo no sé que ve Dios en mí” Pues yo si sé que ve en tí… ve el potencial en cada pecador y desea que cada uno tenga la capacidad de ver en sí mismos y en los demás el valor intrínsico de las personas.

En el principio era la oscuridad y con la luz Dios fue abriendo paso a la vida… y antigüamente Dios caminaba y platicaba a viva voz con la humanidad, luego se aparto Dios de la humanidad pues esta decidió ir por un camino propio… pocos profetas y escogidos pudieron sentir a Dios y ver sus propósitos… Luego vino una etapa de total silencio de parte de Dios… en medio de está obscuridad llegó de nuevo Dios en la forma de Hombre con un nuevo pacto… y con Jesucristo se rompió el grueso velo que tapaba a Dios del resto de la humanidad.
Ahora esa luz vive dentro de cada persona y una terrible oscuridad desea opacarla. No permitas que tu propia personalidad cubra lo bueno que hay en ti y el potencial que tienes.

Yo imagino que Dios, al término de su creación estaba contento con lo que había hecho… principalmente porque vio el potencial que la humanidad tenía. La desobediencia los llevó a tapar de nuevo lo que de por si era inocente y lleno de posibilidades. Las personas siguen tapando sus posibilidades con el atuendo de su actitud. El valor más grande que Dios nos regala es la capacidad de amar, esa cualidad nos hace tener luz en el conocimiento por sobre las personas que se ocultan tras sus actitudes, ventaja que sólo podemos aprovechar para comprender, perdonar, soportar y esperar.

Si lees lo evangelios, léelos para ti primero, Dios te da a conocer, abre los ojos de las personas con su palabra, traé luz y vida aún en las tinieblas con el propósito no sólo de que veamos sino también para que seamos su luz en el mundo. Lean en
Mateo 5:13-16 Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee. Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.

Si tu tienes ese momento de iluminación en tí mismo, sabrás de lo que estoy hablando…Y lo que es aún más bello… si tú has tenido esos momentos de iluminación y los has descubierto porque Dios te llevó a ese momento… entonces el gozo es aún mayor que mil watts de potencia. La iluminación divina cubre abismales lugares de obscuridad de infelicidad, desolación, amargura, ignorancia y pecado. Esa luz es tan grande que crea luz en cada persona que es tocada por el mismo Dios, nadie extraña la fría oscuridad de la ignorancia, la duda. Nadie al descubrir la luz extraña las hipócritas máscaras que alimentaban nuestro ego y nos evitaban ser quienes somos. Quien diga que los milagros no existen, miente o jamás los ha experimentado.

Atrévete a mirar en cada persona (sin excepción alguna) el potencial que esconden, y te costará trabajo despreciarlas por sus múltiples debilidades.
Amar es saber mirar con ojos de compasión y anhelo de buenas intenciones.

Dios mira en nosotros un potencial humano, la capacidad de amar por cuenta propia.
Dios mira en nosotros algo bueno, y nosotros miramos en la humanidad sólo lo malo.
Dios ha tenido misericordia de mí, y ha visto en mis cuentas saldadas por el mismo Cristo.
Si Dios me ha perdonado y continua viendo en mí las capacidades que insisto en esconder, aprendamos a desarrollar ese instinto y miremos pues a los demás como Dios nos mira a nosotros.

1ª de Juan 1: 5-19 Éste es el mensaje que hemos oído de él y que les anunciamos: Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad. Si afirmamos que tenemos comunión con él, pero vivimos en la oscuridad, mentimos y no ponemos en práctica la verdad. Pero si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado. Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad. Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad. Si afirmamos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y su palabra no habita en nosotros.

Amén.
DLB


(Escrito: c.zar © SdeC Comunidad Cristiana Interdenominacional, Imagen cortesía de ©Corbis)