08 marzo 2011

Predicación 13.01.2011: 'Mis hermanos... mi familia'

Juan 7:17 dice: “…El que esté dispuesto a hacer la voluntad de Dios reconocerá si mi enseñanza proviene de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta.”(NVI) y Proverbios 18:24 dice: “…El hombre que tiene amigos debe ser amistoso, y amigos hay más unidos que un hermano.” (RVR1995)
Ser parte de una familia es un asunto que se está olvidando actualmente, las personas van logrando más y más independencia personal y buscan estar solas por más tiempo. Formar una hogar al lado de una persona es algo que les resulta fantasioso, vano o sin sentido. No lo digo como una norma social, pero es un asunto que generalmente me comparten o platican personas de la comunidad gay.

La idea de una familia comienza desde el principio de los tiempos, una pareja (padre y madre) deben proveer para ellos mismos, deben de cuidar y criar a sus hijos o hijas, también deben educarles para que ellos puedan, en su tiempo, repetir el mismo paso. ¿Cómo afecta este proceso en el caso de las personas que no planean o no tendrán descendencia, ya sea por iniciativa propia o por algún asunto legal? Para responder a esta pregunta, existe algo importante que necesitas saber: Para ser parte de una familia, no necesitas figurar obligadamente como “padre o madre.” Por alguna razón hemos arrastrado con la idea de que necesitamos procrear para poder comenzar una familia, pero eso no es correcto. Si observamos bien, las familias no son solo los padres, sino que la constituyen los hijos y los hermanos. Es así que la mayoría de nosotros tenemos ya la experiencia de ser pate de una familia, si por alguna razón sales del cuadro, no significa que ya no formes parte de ella, tampoco si ya no conservas relación cotidiana significa que ya no seas parte de tu familia.

Tal vez no lo veas así, pero Dios nos ha llamado a ser una familia. ¿Quiénes son la familia de Dios?
Mateo 12:47-49 “…Alguien le dijo: —Tu madre y tus hermanos están afuera y quieren hablar contigo. — ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? —replicó Jesús. Señalando a sus discípulos, añadió: — Aquí tienen a mi madre y a mis hermanos.” (NVI)
Jesús destacó la importancia de considerar a sus seguidores como familia, tan es así que los llamó de esa manera, dejándonos el ejemplo de ello al llamarnos coherederos, y ser automáticamente hermanos en El.

Una iglesia inclusiva como SdeC congrega a personas de la comunidad gay, una feligresía que no multiplicará su número de miembros de manera biológica, es decir que no se reproducirán “haciendo” hijos sino que conformarán una hermandad. Se van añadiendo creyentes a la familia conforme van llegando a la iglesia. Por esto mismo, un recién llegado debe ser tratado como hermano, esa es nuestra posición en la familia y podemos destacar también la importancia y lugar de cada uno de nuestros hermanos y hermanas.

La familia de la fe representa el apoyo que tendré para seguir adelante, es en quienes encontraré refugio en momentos de persecución, es en quienes hallaré consuelo en momentos de tristeza, es con quienes compartiré alegrías y triunfos, es con quienes aprenderé de tolerancia y misericordia, ellos (la familia de la fe) son una bendición de Dios.

¿Qué debemos hacer para con los de la familia de la fe? Gálatas 6:9-11 nos aconseja: “…No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos. Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe…”(NVI) O sea que nuestro beber es cuidar de la familia de la fe. Piensa en las personas que te rodean, en quienes se congregan contigo… ahora considera que ellos son tu responsabilidad.
Aunque pienses que "x" o "y" persona es tan diferente a ti y que no lo consideres amigo (a) en toda la extensión de la palabra, aunque pienses que con simplemente saludarle es suficiente… considera mejor amarle de la misma forma que Jesús te ama a ti, considérale como a uno de tus hermanos o hermanas, pues en Jesús, eso somos los de la familia de la fe.

Efesios 2:18-20 “ …Pues por medio de él tenemos acceso al Padre por un mismo Espíritu. Por lo tanto, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular...” (NVI) Al leer estos versos y considerarnos de la familia de la fe, debemos darnos cuenta de que ya no somos niños, que ya paso el tiempo de buscar escusas para no reconciliaros con alguien, que terminó ya la novela de las 7:00 PM. Terminó el tiempo de continuar alimentando el orgullo y seguir considerando amigos a unos y a otros no, a quién veo como un hermano y a quién no… A mí no me corresponder decir quien sí y quien no… eso ya lo decidió Jesús, quien simplemente nos llama a seguirle.

Oremos, porque su mensaje pueda convertirse en una realidad para nuestras vidas. Que lo que aprendemos lo sepamos vivir, para poder ser dignos Seguidores de Cristo.

(Escrito: Juan R. / Corrección de Estilo: C.zar © SdeC Comunidad Cristiana Interdenominacional, Imagen cortesía de ©Corbis)