01 noviembre 2011

Predicación 30.10.2011: LA LEY DEL TEMPLO.

Lecturas previas: Salmo 84 / Romanos 3:21-31
Introducción.
                               …Estoy casi seguro que la mayoría de las personas consideran que las iglesias o templos son lugares para casorios, quince años, bautizos, misas fúnebres, etcétera, otros los ven como lugares para conocer gente, hacerse de amigos, las personas más ambiciosos lo pueden ver incluso como un lugar de negocios, de desarrollo humano, como una escuela espiritual, como un diván, otros aun más raros no lo ven como un lugar donde alivian sus frustraciones sino como un lugar donde, según ellos,  habita Dios. Aun para todos estos tan diversos conceptos hay leyes “guájiras” que se aplican para cada templo, dichas “leyes” o “normas” no existen para crear la paz de Dios, sino meramente cumplen con un estándar mundano de una iglesia, el templo como recinto sagrado no existe como tal, es en todo caso un lugar más de la ciudad, que presta un servicio benéfico que enaltece y preserva las tradiciones sociales, nada tienen que ver con un templo de Dios.

Es triste saber que el mundo aleja de Dios a un gran número de nuestros amigos y familiares, también es una lástima que un creyente de Dios desconozca de Dios aunque asista regularmente a una iglesia, y es lamentable que un cristiano no actúe como un hijo de un Dios verdadero, por extraño que suene esto: muchos cristianos no son capaces de reconocer su propio pecado.  

Estos lugares llamados comúnmente ¨iglesias¨ ofrecen, por así decir, una membrecía a sus usuarios más frecuentes, no de manera expresa, sino de manera paradójico.

Una membrecía de estos lugares podría dictar en sus usuarios las siguientes primicias: 
1. Pone a su servicio personal, el pecado y el perdón de Dios a la hora que lo desee. Cobertura internacional.
2. Apoyo de seguros y póliza total de su salvación usando el paquete evangélico. 
3. Su membrecía dorada le da beneficios y derecho de ver a los demás por debajo de su estatus religioso.
4. El usuario frecuente recibe puntos, a más hipocresía mayores reconocimientos.
5. Reemplazo por extravió o robo de su fe, visite otras religiones sin perder su membrecía.
6. Preventa de boletos y entrada a todo tipo de establecimientos.
7. La tasa más baja y los mejores rendimientos del mundo.

 


Esta predicación se titula ´LA LEY DEL TEMPLO´ y es la primera parte, titulada ´Mi pecado personal.´ Abordar el tema del pecado no es cosa fácil, pero si no logramos una conciencia real sobre este tema, todo el tiempo que tengamos dedicado a Dios (fuera o dentro del templo) podría ser una total pérdida de tiempo. Usted pensará que en las iglesias no se habla de otra cosa más que del pecado de la humanidad, pero no es del todo real. La iglesia moderna ha cambiado sus viejas estrategias de alcance, antes era especialista en la represión y única para infundir culpa en sus adeptos, hoy en día la iglesia gira en torno a las necesidades de sus usuarios, ha dictado de forma masiva lo que es pecado y quiénes son pecados según un punto de vista general, y estas ¨leyes¨  también están sujetas a sus necesidades sociales más comunes. Tal vez no lo crea, pero el mundo ha puesto a su servicio a la iglesia. Renta, compra, vende y presta su sistema al capricho volátil e irregular de un mundo movido por la salud, la política, la cultura y el comercio. ¿Verdad que no puede vivir sin medicinas, sin educación, sin gobierno y sin economía? ¿Imagine que el pecado esta presente en cada una de esas cosas? ¿No lo pone eso en usa disyuntiva como cristiano? ¨- La verdad no, de hacerlo no podría vivir de los nervios. Así que relájese y disfrute de su corta vida, que mañana no sabemos si estará vivió…¨
Cuando se escribía esta predicación llegó a mí un sentimiento de lástima y de culpa, al ver las carencias de la clase social media baja. Trabajando 8 horas más 1 o 2 horas extras, más el traslado por la ciudad de 1 a 2 horas y durmiendo mínimo 8 horas más, le restan a lo mucho 4 horas de relajamiento diario, pero esas 4 horas se invierten también en múltiples necesidades (aseo personal, alimentación y relaciones sociales.) En uno de esos apreciadísimos espacios de relax, tal vez trate usted mismo de  “regalarse” unos momentos de dedicación para el alimento espiritual. La percepción que tiene usted de este momento puede ser errónea. Si bien estos momentos traen cosas buenas en la vida, no es el objetivo venir a relajarse en su apreciado tiempo libre.

Es totalmente importante que este pequeñísimo momento sea sumamente excelente, de calidad, donde fluya la armonía y la comunicación con Dios, donde la comunión se logre plenamente. Por desgracia algo amenaza con arruinar ese momento en el templo, algo que desea substituir lo sagrado, lo que has dedicado como ofrenda digna, algo llega a nuestra sociedad que ofrece relajamiento, paz interior… una forma feroz, dinámica, placentera, excitante, atractiva, envidiable… eso que calma tanto los nervios llega en forma de pecado. Pero no es el pecado común, no hablamos de rateros corrientes, asesinos violentos o pedófilos religiosos sin temor de Dios, no me refiero al más común de los pecados que es la mentira, ni del pecado que tanto citan en las iglesias y que solo ha servido para reprimir a esas clases sociales vulnerables, no. Este tipo de pecado está escondido detrás de toda la parafernalia moderna, detrás del costumbrismo religioso, se cuela incluso en nuestras vidas como cristianos justificados por la vida moderna, la religión obligada, las normalidades sociales, como la drogadicción (legal, ilegal o prescrita), el estrés, la contaminación, la sobrepoblación, la sobrevaloración de la belleza, los desordenes alimenticios, del abuso de animales para alimento, etc… Claro que no vemos este pecado porque lo hacen ver presentable, nos pueden dar una bazofia que parece un manjar. Todo está en la presentación.

Todas estas y otras cosas aun peores nos permiten pecar libremente sin cargo de conciencia. La realización de estas cosas nos regala la paz que esta sociedad tanto necesita, no requiere de Dios, ni siquiera en los momentos religiosos, porque son relativamente pocos, dichos momentos religiosos no son suficientes para aliviar. El mundo y sus múltiples horas substituyen el estado espiritual humano… y si no lo creen, póngase a prueba, ¿Se atrevería a vivir sin drogas? ¿Sería capaz de salir a su trabajo o escuela en bicicleta? ¿Estaría dispuesto a dejar de comer la carne que fue asesinada cruelmente para su consumo? Podríamos decir que sí, que todos seríamos capaces de eso y más, pero no lo hacemos. 
Esperamos que otros tomen esas iniciativas, pues somos ovejas dependientes de un rebaño enviciado por el mundo y sus pecados modernos. Nadie, ni siquiera el líder religioso más carismático y exitoso del mundo le dirá que deje los pecados modernos, ya que eso representa grandes sacrificios sociales. 
Mientras tanto hacemos todo a un lado, las cosas buenas que aprendimos en la iglesia valen un nabo cuando todo lo que deseamos es relajarnos con lo que el mundo ha puesto en nuestras manos fácilmente, hoy en día los seres humanos en general no pecamos por maldad, sino por pereza, pecamos para relajarnos, pecamos para evitar hacer lo trascendentalmente bueno. Así que somos buenos relativamente, y pecadores relativamente. Los cristianos nos hemos convencido que somos pecadores pero que Dios nos perdona eternamente, idea infalible que funciona para relajar nuestras conciencias. Pero esta idea no funciona así en el mundo espiritual, sino que funciona en el mundo terrenal.                

Hasta cierto grado es relajante saber que nuestras máximas preocupaciones son: “Qué película está en cartelera, a qué hora nos veremos para cenar, habrá una larga fila en el banco o en el súper mercado, tendrán descuentos jugosos en la tienda departamental… viene navidad y no tengo mucho dinero para los regalos, hay café en la alacena…” Es relajante porque no tomamos en cuenta el precio real de esas cosas, a la hora de pecar es mejor no saberlo.

Esta predicación habla del pecado, y en este tema las comparaciones parecen disparejas, hay gente muy mala en este mundo, hay gente no tan mala y hay muy poca gente indiscutiblemente buena. Me embargó el deseo de cubrir el pecado de las clases medias con sus sufrimientos citadinos, pensé que tenían suficiente como para escuchar aparte un sermón que expone lo mínimo que les queda por disfrutar y relajarse. Lo mismo pasa con las clases más pobres, que roban por hambre. Y las clases privilegiadas, que pecan de soberbia por causa de un total egoísmo. ¿Acaso el pecado, en cualquiera de sus formas, tiene alguna justificación?

Al final pensé que nuestra sociedad merece relajarse, pero que no forzosamente debe hacerlo con formas comunes que llevan a pecar, no es justo que usted se desquite… ¨Si los ricos están abusando del mundo y no pagan más impuestos entonces merecen que se les secuestre, si a las grandes y lucrativas compañías les sobran productos entonces si se les roba una manzana no pasa nada, si mi compañero es un ser irreverente y sin remedio no tendrá nada de malo que le ponga el pie para que se de con todo en el piso… sería gracioso (jeje) y se relajaría mucho con su infortunio.¨  ¨Si el mundo se va a terminar muy pronto, porque ya nos lo fregamos todos, pues qué más da una basurita más.¨ ¿Suena todo esto coherente con un espíritu cristiano?  No… y nadie lo dice, pero todos lo hacemos al final. ¿El mundo es más grande que todo lo bueno que desea alguien? ¿Es el pecado más grande que nosotros?

Sí el pecado es una adicción dotada por el mundo, entonces definitivamente el pecado es mayor que el ser humano, tan es así que por nuestros pecados estamos condenados a morir, así de grande y penoso es su peso, y lo cargamos desde el tiempo de Adán y Eva. Como creyentes y cristianos sabemos que ese peso y esa pena han sido descargadas de nuestros hombros, pero… ¿Qué tanto estamos respetando esa hermosa promesa? Jesús carga con nuestros pecados, si… ¿para que nosotros podamos relajarnos hasta nuestra muerte…? ¿y si resulta que el mejor de los relajamientos hoy en día es ¨pecarle al gusto…¨? ¿Qué acaso pensamos que al pecar nada pasara... simplemente porque somos cristianos? ¿Dónde está el respeto por el evangelio de Jesús en estas palabras?

Si, estamos abordando el ¨delicado¨ tema del pecado, algo tan sagrado para muchos, intocable, irrespetuoso hurgar en la conciencia humana que es tan relativa y de doble moral, y lo que es aun peor… hoy voy a hablar del pecado, pero no del mío, ni del pecado de su hermano, sino del suyo. Es un pecado muy pequeño pero altamente estimulante, adictivo, con un buen camuflaje, lo disfraza de “estimación” pero en realidad es antipatía, lo justifica de bueno cuando en verdad es dañino. Cree que nadie lo ve, pero es un secreto a voceos, piensa que nadie lo menciona pero todos hablan de él cuando usted no está presente. Su pecado es tan pequeño que lo hace pasar por invisible, a caso es un pecadillo blanco, cándido, amable, pacífico, respetuoso, benevolente, costumbrista… la razón de su estrés, de su extrañeza, de sus dudas, de su pasividad, indiferencia, desamor, desacuerdo y ambivalencia. Su pecado es pequeño, nuca se pasa de la raya, no siempre es malo, a veces es hasta útil, 
todo está en la dosis.

Su pecado pasa desapercibido, pasa tantas veces que ni usted lo ve pasar frente a sus ojos, es algo por ¨default¨ en su forma de ser.
Lo “pesado” del pecado es su ambivalencia (
Condición de aquello que tiene dos sentidos diferentes o se presta a dos interpretaciones opuestas) frente al amor, es decir que no hay ley contra el amor, y no hay ley contra el pecado. Dicha característica aplica solamente a quienes respetan la ley de Dios y sobre todo su amor.

Romanos 3:28

Porque sostenemos que todos somos justificados por la fe, y no por las obras que la ley exige.
¿Las leyes fueron creadas para romperse? No, sino que las leyes fueron creadas para el que las rompe no para él ha sido justiciada por Cristo. 
(ejemplo: le pones tu nombre a algo del refrigerador cuando sabes que algún ladronzuelo tiene el gusto malicioso de hurtar tu comida, el remedio inmediato es crear una ley que escribes en un pequeño rótulo que escuetamente dirá: “propiedad de fulanito, favor de no comer” El pecador sabe perfectamente que esa ley fue creada y diseñada exclusivamente para él, sabe que ha sido identificado y sabe que quien lo sabe es en cierta medida una buena persona, que no ha decidido hacerle pagar por su hurto, sino que ha interpuesto un medio lógico para que no continúe el atraco.  El pecador sabe que será de nuevo tentado, una y otra vez, no tiene dominio propio, esta cegado por el antojo, se a enviciado ya con su tragazón, decide pasar por alto la ley y hurtar de nuevo.) 

El pecado es dulce pero fugaz, por eso es una adicción… no produce nada eterno ni duradero como lo hace el perdón o el amor, el pecado es un fruto dulce y placentero que atrae y lleva al conocimiento malicioso, venganzas, rencores, la satisfacción de maltratar algo o a alguien con palabras o acciones dolosas, por el anhelo de dominar, pero todo lo que conlleva y lleva el pecado dura muy poco en el paladar, ahí radica su poder, en lo fugaz de su momento, se termina un pecado pero sabemos que habrán mas. “Y que importa si Jesús pago por esos pecados, el balance de cada día va por cuenta de Jesús… Él paga la cuenta de nuestras bobadas“ ¿Verdad que suena raro decirlo así…?

Nadie se atreve a describirlo así, la mente prefiere bloquear la verdad porque desea seguir pecando, mentimos deliberadamente, odiamos deliberadamente, idolatramos deliberadamente, contaminamos, matamos y destruimos la creación de Dios porque es inconcebible para nosotros despojarnos de todas las cosas que hacen nuestras vidas mas practicas, llenas de comodidades y lujos, nuestra mente bloquea si esas acciones son banales o dañinas.

Para pecar y no morir en el intento de practicar el cristianismo se requieren de dos cosas, de ser muy valiente y muy listo. Pero no es valentía o inteligencia, sino descaro y astucia. Ubicamos hábilmente a los pecadores más osados de la sociedad para no hacer nuestros pecados más evidentes,  tachamos a las prostitutas, a los libertinos, a los rateros, asesinos, a los seres violentos y criminales desgraciados. De común acuerdo social los tachamos, los alejamos de nosotros y los ubicamos en jaulas, a la clase obrera la ubicamos en colonias alejadas, mandamos gente para que alimente a los pobres, hacemos a un lado al que consideramos inmaduro, loco, enfermo, bloquemos de nuestra mente nuestras propias trasgresiones, somos por otro lado los “ricos” los que podemos comprar y tirar cuantas cosas se nos antojen, comemos sin desear saber en lo absoluto como mataron la carne que está en nuestros platos, no nos interesa saber lo que cuestan las cosas en verdad simplemente porque podemos pagarlas. Los cristianos modernos somos los nuevos ricos que desperdiciamos e irrespetamos el evangelio, lo disfrazamos de espiritualidad, y con egoísmo carnal abusamos de quien peca abiertamente y sin censura… ¡vaya forma de relajamiento¡

Cuando Adán y Eva mordieron el fruto, el precio real era la muerte, y aunque ellos tendrían conocimiento, al final cayeron en ignorancia… a lo que hoy es la acción de bloquear el pecado para seguir viviendo, nos rehusamos a creer en la muerte, como Adán y Eva no creyeron en el mandato de Dios, sino que aceptaron la mentira del Diablo para probar ese fruto apetecible y jugoso. Qué tristeza debieron haber sentido al ver que ese dulce sabor era momentáneo, la amargura vendría después con la culpa, y el conformismo después con el fiel consumismo del pecado eterno, 
¿no podemos dejar de pecar?¨En un país de pecadores, no le quedara más que pecar como visitante…¨ podremos admirar por ejemplo las grandes obras que el hombre ha logrado, hermosos edificios como las pirámides de Guiza, y decir: - ¨wow… la más antigua maravilla del mundo¨  lo haremos sin duda y sin pensar en las personas que murieron haciéndolas, hacerlo no nos permitiría disfrutarlo ni relajarnos ampliamente… pero…  ¿no somos los cristianos quienes debemos marcar una diferencia? Aunque no somos de este mundo, deseamos conocerlo completito, con todas sus costosas frivolidades mundanas, en el fondo deseamos acostumbrarnos a él porque estamos todos enganchados al caballo.

En la segunda parte de esta predicación, veremos si el cristiano en verdad desea dejar de pecar. Por lo pronto y hasta que continúe esta duda en nosotros, reflexionemos en los pecados pequeños, mundanos y modernos que cometemos día con día y que no causan los efectos que normalmente causa saber que ofendemos a Dios. Nuestro pecado, por pequeño y escondido que sea es un efecto mariposa, es decir, para ustedes su pecado no le hace daño a nadie, pero a la larga es tan devastador como un huracán infernal. No se lo digo para que sienta culpa, la culpa no es un efecto del pecado, sino una defensa de la conciencia humana, un verdadero síntoma del pecado es la pérdida de la inocencia, la des-sensibilidad del carácter, la adicción por el relajamiento que no tiene miramientos menores o mayores, el efecto más puro del pecado es la perdición, el olvido de sus verdaderas dimensiones y efectos secundarios.

Nunca olvide que el pecado solo puede ser controlado por un poder supremo, es decir que Jesús sabe qué hacer con esa carga. Su fe deber ser verdadera en este sentido, pero su actitud deber ser de completo respeto para con el nuevo pacto de Dios. Véalo así, la fe es la capacidad de saber que Jesús paga por su pecado, su pecado es una falta de respeto contra el evangelio, pero no hay ley contra un pacto consiente y puro entre usted y Dios.
1 Juan 1:8-10 / Salmo 51: 8-9 / Hechos 3:18-20(Escrito: C.zar © SdeC Comunidad Cristiana Interdenominacional / Imagen cortesía de ©Corbis)