- Filipenses 2: 12-18
Así que, mis queridos hermanos, como han obedecido siempre —no sólo en mi
presencia sino mucho más ahora en mi ausencia— lleven a cabo su salvación con
temor y temblor, pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el
hacer para que se cumpla su buena voluntad. Háganlo todo sin quejas ni
contiendas, para que sean intachables y puros, hijos de Dios sin culpa en medio
de una generación torcida y depravada. En ella ustedes brillan como estrellas
en el firmamento, manteniendo en alto la palabra de vida. Así en el día de
Cristo me sentiré satisfecho de no haber corrido ni trabajado en vano. Y aunque
mi vida fuera derramada sobre el sacrificio y servicio que proceden de su fe,
me alegro y comparto con todos ustedes mi alegría. Así también ustedes,
alégrense y compartan su alegría conmigo. (NVI)
Introducción
Esta es la tercera parte de una larga charla sobre el pecado, tema que se toca
en todas las iglesias, algunas lo hacen con enormes cargas de culpas, otras con
particulares formas que solaparían al
pecador más astuto, pocas iglesias abordan el tema con un sentido de respeto, y
muy pocas con un sentido de compasión. Existen dos palabras en los versos de
Filipenses 2:12 (“temor” y “temblor”) que
refieren a la salvación del ser humano, dichas palabras tiene que ver
enormemente con la emotividad y la “energía“ que las personas creyentes y
llenos de fe desmesuran respecto a su servicio para Dios, y más importante de
todo es la palabra “respeto” cuyo valor radica en la forma en que conllevamos
nuestra salvación frente al pecado, o en la forma en que enfrentamos el ser
hermanos menores de Jesús, el ser hijos (as) del único y poderoso Dios y
portadores de su Santo Espíritu frente
al pecado.
En la primera parte (de esta serie de predicaciones) escribí sobre tu pecado
personal, la segunda parte fue entorno al pecado de tu hermano(a.) Concluí que
el pecado es una infección humana, mortal, que está presente en casi todas las
ideas mundanas, más aun en las grandes ciudades, el pecado habita junto a todo
lo que está expuesto a la corrupción del diablo en el mundo. Todos los pecados
más comunes como el robo, la mentira, el asesinato, el desamor, el engaño, la
deshonra, la codicia y la idolatría son claramente conocidos y envenenan toda
intención de progreso, se disfraza de verdad cuando es mentira, incluso se
cuela en casi todas nuestras necesidades consumistas, desde las alimenticias
hasta las de transporte, y (como lo dije en las pasados predicaciones,)
tanto peca usted como peca su hermano (a) porque todos somos idénticos frente
al fenómeno que llamamos pecado, ´puede no verlo así si se compara
ahora con la persona que tiene usted a un lado, pero… “todos los chinos son
iguales” alguien que vive alejado de nuestra forma de vida moderna,
citadina y excesiva, dirá que todos nosotros somos unos pecadores
inconscientes, porque la riqueza de una ostentosa vida moderna implica la
masacre de la bondad contra la pobreza o los pobres.
Es prácticamente imposible dejar de pecar… de hecho usted no puede hacer casi
nada contra el pecado, y aquí entra la esencia de esta predicación: “El único
que puede hacer algo contra su pecado es Dios” “Lo único que se puede hacer
contra el pecado es el perdón” y “Lo único honesto que puede hacer usted contra
el pecado es confesarlo.”
Si su reacción ante el pecado es honesta, se manifestara Dios en usted en
acciones, no contra el pecado, sino a favor de su salvación, a favor en
acciones llenas de afecto, gracia, bondad, sabiduría, fuerza, ciencia, temor
por el creador, etc. El resultado de lo que hace Dios contra el pecado culmina
en los dones del Espíritu Santo, en cambio… el resultado de lo que usted haga
contra su propio pecado es darse de bruces contra la pared.
Pudiera pensar que reconocer el pecado es una acción muy mínima, que es nada…
que lo importante y lo que cuenta es dejar de pecar que se traduce en un
arrepentimiento sincero, pero no menosprecies esa primera y pequeña
acción que es reconocer. A diferencia de la gente que reconoce el pecado,
existen quienes practican el pecado… ¿Puede ver
la enorme diferencia en esto? Quienes reconocen el pecado son conscientes de una ofensa
contra Dios, y quienes al contrario practican el pecado
son conscientes de una ofensa contra Dios, y no les importa su
transgresión. El cristiano que reconoce su pecado reacciona con sumisión
ante Dios, el cristiano pecador que practica el pecado es rebelde ante Dios.
Ambos confían en su salvación y perdón de Dios, pero sus acciones en una zona
de conflicto son evidentes.
Es importante entender que el cristiano no debería buscar ni practicar el
pecado, no por el hecho de haber violado una ley, sino porque ofende a Dios y
desestima la muerte de Cristo, quien nos salvó de la muerte y nos justifica
frente al Padre.
El cristiano que respeta su salvación no se goza en el pecado, no lo
celebra ni se enorgullece de ello. No ve valores morales en el sarcasmo, en la
burla, en los insultos, en la deslealtad, en el fanatismo ni en ninguna otra
falta que el mundo hace ver como geniales. La sumisión que señalo no tiene nada
que ver con la represión, sino con la entrega. La represión es la forma que
tiene el mundo de ver la relación que logran los cristianos con Dios, es
inaceptable para el mundo, es injusto, es absurdo, incluso lo hace ver como una
tontería, inútil, una pérdida de tiempo y dinero, nada con que relajarse o
divertirse, para el mundo es locura lo que se comparado con el sabroso sabor
del pecado, por ejemplo todo lo que se obtiene si satisface un deseo inmaduro a
costa de una falta humana. El mundo moderno exige una sumisión al pecado, de
otra forma no podrá disfrutarlo al cien por ciento.
La ambigüedad de pecar y estar al mismo tiempo bajo la gracia de Dios no radica
en el cristiano ni en Dios que ofrece libre perdón, sino que la hacen ver
ambigua los pecadores que aman pecar pero al mismo tiempo desean salirse
con la suya. Dios no es ambiguo sino absoluto, en cambio
nosotros tenemos un color para cada acción que hacemos, tenemos una medida para
cada pecado, incluso consideramos que hay pecados blancos, pecados piadosos, o
pecados de compasión, que hay pecados imperdonables, pecados nefandos, y
pecados consientes e inconscientes. Lo cierto es que ponemos demasiada energía
y respeto al pecado y poco nos concentramos en nuestra salvación. Reposamos
nuestra salvación en la gracia suprema de Dios, y bloqueamos dichos temas para
no confrontarlos. Pero es un grave error tratar de administrar el pecado y aun
mas grave tratar de administrar los pecados de quienes nos rodean.
Romanos 2:14-16
… cuando los gentiles, que no tienen la ley, cumplen por naturaleza lo
que la ley exige, ellos son ley para sí mismos, aunque no tengan la ley. Éstos
muestran que llevan escrito en el corazón lo que la ley exige, como lo
atestigua su conciencia, pues sus propios pensamientos algunas veces los acusan
y otras veces los excusan. Así sucederá el día en que, por medio de Jesucristo,
Dios juzgará los secretos de toda persona, como lo declara mi evangelio. (NVI)
Para aplicar una curva o recoveco legal el pecador administrado sabe que no
está matando a nadie, no es un violador, se porta bien, no le hace mal a nadie.
Nadie extrañara una manzana hurtada del refrigerador o un durazno robado del
supermercado, el pecador usualmente ve los pecados pequeños como normales, necesarios
para una vida tranquila, puede hacer que de hecho sean divertidos e
indispensables para la vida diaria. El pecador administrado ve a
otros pecaderos como hermanos, tiene hermanos muy malos y hermanos no tan
malos, pero la idea de saber que todos somos malos lo relaja y le
permite pecar, piensa para sí que: ¨…a fin de cuentas, todos los están
haciendo… porque yo no…¨
El tiempo y la práctica hacen que un pecador se vuelva una persona inmadura,
que aun necesita crecimiento espiritual, que no es perfecto, que es una obra
en proceso, un diamante en bruto. A ese nivel a banalizado y a puesto a su
servicio personal la salvación de su alma y el evangelio de Jesús. Sabe que si
confiesa con su boca que Jesús es el Señor y se arrepiente de sus pecados
recibirá el premio mayor. Lo tiene todo planeado, pero…
¿Acaso ese plan es el mismo plan de Dios para la humanidad? El nuevo
pacto que hizo Dios con nosotros no es banal, Jesucristo es nuestro salvador o
renovador, el solo concepto debe inspirar grandes cambios en su
vida, no puede continuar amparándose en los pecados ajenos, debe hacer suya
esta renovación del alma. La salvación se ostenta con energía y respeto,
¿son acaso estos últimos ejemplos sinónimos de esto?
Gálatas 3:19
Entonces, ¿cuál era el propósito de la ley? Fue añadida por causa de las
transgresiones
La Biblia nos dice que las leyes fueron hechas para los que las
quebrantan… también nos dice que debemos cuidar nuestra salvación
con celo y respeto. (NVI) -Filipenses 2: 12
(En una tribu aborigen descubrieron a un asesino, lo encarcelaron, en los
pueblos pequeños las leyes son pequeñas y simples, pero igual de contundentes
que en los pueblos grandes. Su ley declara que el asesino debe cargar al muerto
por un tiempo, sentirá el castigo en el peso del cadáver, sus hombros
experimentaran en carne viva, se hace responsable de sus actos y los paga, la
sabia tribu confía en sus leyes y desea lo mejor para todos sus habitantes, en
otros países las penas son más severas, algunos linchan a los que consideran
culpables de un crimen, les apedrean y cuelgan de un árbol, y en
países más “desarrollados” usan métodos más “humanos” inyecciones
letales o sillas eléctricas. )
En nuestra tribu (grupo o iglesia) hacemos cosas similares, entiendo que
nuestro “estatus” como cristianos nos de alegría y gozo, pero algunos van más
lejos, piensan que ya no son pecadores, y lo que es peor, piensan que
otros son horriblemente pecadores, sin freno o conciencia, aplicamos la ley de
Dios para castigar a los demás con sutiles formas de
disciplina. Si vemos que alguien comete faltas lo hacemos que pague,
que cargue con su vergüenza un rato, que pida perdón en público, que se humille
un tiempo para que aprenda. A veces somos más barbaros cuando vemos
el pecado ajeno, le tiramos piedras, una tras otra piedra lanzada va
construyendo a la larga una pesada lápida sobre el
pecador, lo colgamos del árbol más alto para que otros vean lo que
pasa con los que actúan mal. O bien optamos por métodos más “cristianos” le
inyectamos una dosis letal de indiferencia, le dejamos de hablar, eso matara su
orgullo y vera su pecado por sí mismo, lo ponemos en la silla de los acusados y
ya con toda la evidencia en su contra, bajamos el “switch,” no para que muera…
solo deseamos quemarlo, para que reconozca su pecado. Aplicamos esas leyes nada
más, solo porque el cristianismo no nos deja ser más mezquinos.
Mateo 6:14-15
Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su
Padre celestial. Pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les
perdonará a ustedes las suyas. (NVI)
Romanos 3:20
…Por tanto, nadie será justificado en presencia de Dios por hacer las
obras que exige la ley; más bien, mediante la ley cobramos
conciencia del pecado. (NVI)
¿Ya viste lo importante que es tomar conciencia del pecado?... especialmente en
tus faltas… no tanto en las faltas de los demás. El pecado es la cosa más fea
del mundo, tanto que Dios no puede ni mirar, el pecado es lo más alejado de la
perfección, y vamos a ver muchos hermanos caer por el pecado, el maligno no
quedara satisfecho por la caída de un hermano, espera también tu caída,
esa caída sucede en el momento que juzgas y aplicas ley y castigo
contra tu hermano caído, esa es la victoria del maligno contra nosotros como
iglesia. La infección se propaga hacia los demás.
Pregunta a alguien si conoce el verso de Mateo 7:1, te dirá - ¿cuál? Le
dirás: -“ese que dice… no juzgues a los demás pues serás juzgado” y te dirá que
lo conoce. ¿Por qué crees que el sermón de “no juzgar a los demás “es el más recurrido
en la iglesia? Porque es la iglesia, lugar y templo de superación
personal… ¡NOOO! No es un templo donde voy a aprender a ser mejor persona, no
es un templo de la sabiduría, ni es un templo de control mental y espiritual
donde recibo “sanaciones.” No es el templo mercado de lágrimas, ni
ofertas de amor. Si bien es un lugar de reunión donde podemos hacer eso y más,
pero no es un templo dedicado a esas cosas. No te engañes y reflexiona: ¿A
quién o a que has dedicado el templo al que asiste?
La casa de Dios es llamada casa de oración, lugar de reposo y paz... donde se
alaba y glorifica el nombre de Dios. Pero mucho ojo, toda esa obra de
restauración debe ocurrir principalmente en el corazón de cada uno
de nosotros, tú llevas en ti mismo ese templo… habita en ti el
Espíritu de Dios, eres un templo portátil, a donde vas llevas a Dios, lo que
dices habla de Dios, lo que escuchas lo oyes de Dios, tus pasos llevan a Dios a
los lugares que pisas. No es en el edificio físico y en sus paredes donde debes
la mayor reverencia, no está en la forma en que te vistes, ni en el calzado que
llevas, radica en la forma que expresas y vives tu relación con Dios. Tú eres
casa de Dios, serás llamado a orar, eres lugar de reposo y paz, serás llamado a
dar serenidades y armonía, tú alabas y glorificas el nombre de Dios, serás
llamado a eso por siempre.
Eres en este templo físico un mero asistente, pero en un sentido espiritual,
eres en el templo un hijo(a) y amigo(a) de Dios. Si decimos que
todos tienen una labor o ministerio por realizar… tu labor
no es darle la contra a alguien más, sino saber trasmitir a Dios en todos los
sentidos que te sea posible hacerlo. Nuestro
propósito es infinitamente mayor a ser simples asistentes.
Tal vez no podamos evitar el pecado, pero si podemos evitar practicarlo…
nuestra meta diaria está fundada en la ley suprema del amor como mandamiento, a
este respecto nuestro entrenamiento es extremo y radical, exige resistencia,
fuerza y humildad.
Nuestro propósito es infinitamente mayor a ser simples asistentes,
pero por alguna razón no aspiramos a nada más, no deseamos ser como Jesús,
nos conformamos con aparentar un dejo de bondad, en acciones lo suficientemente
visibles para los demás, como para dar un buen testimonio, nada más. Jamás
hemos aspirado a la estatura de Cristo. Creo que la razón es el temor
a ser juzgados, a faltar a la ley de Dios, a defraudar a Jesús y terminar como
simples minoristas de su verdad.
Si claro, destacamos a quienes realizan dichos actos y los admiramos, pero en el
fondo hacemos una idea clara y definitiva: “Nosotros jamás podríamos ser así”
por lo que hacemos el juego de intentarlo cuando estamos de buenas, pero que
nadie nos agarre de malas o nos colme la paciencia… porque entonces sí que no
respondemos. Es en estos momentos donde sabemos aplicar las curvas
legales, encontramos la forma de odiar sin pecar, leemos o escuchamos de los
juicios morales y consejos de Jesús, pero pocos cristianos los
practicamos, pues en el fondo los consideramos extremos. Es entonces que
sin darnos cuenta, estamos viviendo una relación con la iglesia, con los
hermanos(as) de la iglesia… pero no tenemos una relación con Dios. ¿Y
crees que nadie se da cuenta de eso? Basta con observar nuestro “modus vivendi”
o el tan llamado “estilo de vida cristiano” que es el siguiente: “la alabanza
bien, el sermón bien, las ofrendas bien, los saludos afectuosos bien… pero al
salir del área donde desarrollamos esas actividades, no
honramos a Dios porque es virtualmente imposible." Afuera están
nuestros enemigos, afuera esta la tentación y el pecado, afuera esta
un mundo muy duro que hay que conquistar sin miramientos de amor, paz,
paciencia, humildad… Afuera no me puedo controlar, porque sobran detonantes que
me estresan y me hacen faltar al más sencillo de los mandamientos. Afuera no
hay un Dios poderoso, ni un Cristo amoroso, ni un Espíritu Santo que sea práctico
en su forma de guiarme, afuera no leo la Biblia, no hago oraciones ni
escucho sermones… ¿a qué horas? Afuera me espera el trabajo, la escuela, la
familia, la pareja, los amigos, los muchos entretenimientos, afuera aguarda por
mi algo tan importante, pero también son importantes las cosas de la iglesia.
¿Qué podemos hacer? Encontramos formas “practicas” para vivir en paz con ambos
mundos, buscamos y experimentamos formas “sencillas” de defensa legal, una ley
personal que abogue por nuestro mundo sin traicionar las cosas de
Dios.
Cuando Jesús caminó por este nuestro mundo, vio en su caminar que la gente
había encontrado formas legales de esquivar las leyes judías, con
el dizque afán de cumplir con la ley había transgredido la
voluntad de Dios, al final se habían vendido a sí mismos.
Mateo 21:12-15
Jesús entró en el templo y echó de allí a todos los que compraban y vendían.
Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían
palomas. «Escrito está —les dijo—: "Mi casa será llamada casa de
oración" ; pero ustedes la están convirtiendo en "cueva de
ladrones" .» Se le acercaron en el templo ciegos y cojos, y los sanó. Pero
cuando los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley vieron que hacía
cosas maravillosas, y que los niños gritaban en el templo: «¡Hosanna al Hijo de
David!», se indignaron. (NVI)
Entras al templo o santuario de Dios, a tu iglesia…. Pero te das cuenta que
Jesús desea antes tirar el puesto que has erguido en la entrada, es decir: “Tu
razón de asistir a la iglesia, tu falsedad, tu pecado…” todo lo que corrompe tu
asistencia viola la ley del tempo de Dios.
Si actualmente nosotros como iglesia pecamos pues hemos convertido
el templo en mero punto de reunión para solidificarnos
como meros creyentes vigorosos que no plasmamos nada para el reino de
Dios… ¿Qué nos espera cuando llegue Jesús de nuevo? ¿Cómo nos encontrará el
Señor? ¿Intercambiando bienes humanos por reflexiones espirituales? O ¿nos vera
ofreciendo y recibiendo en su tempo lo que se espera y es justo encontrar en
nosotros?
Podemos estar haciendo las cosas de manera incorrecta, aquí en una iglesia y
más aun fuera de ella, podemos también estar mejorando en muchos aspectos como
cristianos… cualquiera que sea tu caso, algo está claro, que al acercarte en
busca de Dios al menos por este rato debe ser un momento de calidad y
honestidad, no hay lugar para recovecos legales ni leyes o acuerdos, no pactamos
con el mundo lo que pactamos con Dios.
Que lástima que no aspires a ser como Jesús, o que solo deseas ser un
cristiano "ni fu ni fa". Pero, otra cosa debe quedarnos
muy clara, que a nosotros no nos toca determinar, señalar o juzgar a las
personas que practican el pecado y quienes son las que no lo practicas. La
única ley de esta tribu es la misma que adoptamos al ser adoptados por Dios,
una ley justa, equitativa y buena, es amorosa, es inclusiva y perfecta. Nos
deslinda de toda vana responsabilidad, no somos abogados ni litigantes, no
somos juez ni parte. Somos los que no nos tocó juzgar a nadie… ¡Que
alivio¡
Gálatas 5:14
En efecto, toda la ley se resume en un solo mandamiento: «Ama a tu
prójimo como a ti mismo.» (NVI)
Finalmente la tenemos más fácil de lo que pensábamos, nuestra labor es
relativamente sencilla, ya que no tengo que juzgar a mis hermanos, ni tengo que
aplicar la ley… Tengo solo un ministerio en la iglesia por
realizar, es un servicio voluntario que de hecho me da tantas
satisfacciones, y esos logros no me hacen sentir ni más ni menos, solo me hacen
sentir bien. El mundo seguirá girando y rompiendo toda regla y ley que ha
puesto a su servicio propio, podrá seguir el mundo usando la iglesia y
pisoteando la salvación y el evangelio... Pero al día de hoy me alegra saber
que yo no estoy en ese equipo y que no deseo jugar en contra de
nadie. En todo caso soy consciente de ser un templo de Dios, lo
llevo a donde voy, con quien estoy y por el tiempo que se me predestino. Las
reglas y leyes del templo mueven mi conciencia, alertan mis pasos y me
advierten de situaciones hostiles, y la fe que tengo en Jesucristo construye en
mi corazón el deseo y no la obligación de obedecerle.
Nada mejor que su palabra para hacernos meditar y actuar.
- Tito 3: 1-11
Recuérdales a todos que deben mostrarse obedientes y sumisos ante los
gobernantes y las autoridades. Siempre deben estar dispuestos a hacer lo bueno:
a no hablar mal de nadie, sino a buscar la paz y ser respetuosos, demostrando
plena humildad en su trato con todo el mundo. En otro tiempo también
nosotros éramos necios y desobedientes. Estábamos descarriados y éramos
esclavos de todo género de pasiones y placeres. Vivíamos en la malicia y en la
envidia. Éramos detestables y nos odiábamos unos a otros. Pero cuando se
manifestaron la bondad y el amor de Dios nuestro Salvador, él nos salvó, no por
nuestras propias obras de justicia sino por su misericordia. Nos salvó mediante
el lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo, el
cual fue derramado abundantemente sobre nosotros por medio de Jesucristo
nuestro Salvador. Así lo hizo para que, justificados por su gracia, llegáramos
a ser herederos que abrigan la esperanza de recibir la vida eterna. Este
mensaje es digno de confianza, y quiero que lo recalques, para que los que han
creído en Dios se empeñen en hacer buenas obras. Esto es excelente y provechoso
para todos. Evita las necias controversias y genealogías, las
discusiones y peleas sobre la ley, porque carecen de provecho y de sentido. Al
que cause divisiones, amonéstalo dos veces, y después evítalo. Puedes estar
seguro de que tal individuo se condena a sí mismo por ser un perverso pecador. (NVI)
Estos versos son muy claros y llenos de sabiduría, hablan de la bondad de Jesús
como salvador de nuestras vidas, y recalca que la iglesia debe exigirse a sí
misma el hacer buenas acciones incluyendo a todos, hace un contraste evidente
en como éramos antes del conocimiento de lo bueno, y ahora que somos lavados
por el Espíritu Santo que abunda actualmente, se espera de nosotros solo lo
mejor. Al final hace un llamado a evitar las contiendas, evitar a los
necios o incorregibles.
No esperes lo peor de los demás, sino lo mejor… como iglesia, exígete y
demándate a ti mismo esta condición de bondad, si consideras que no eres
suficientemente bueno… esfuérzate, si las malas obras de tus
hermanos te roban demasiada bendición… suda la gota gorda y da más
de ti, no esperes que el esfuerzo de tu hermano sea mayor que el tuyo mismo. El
amor o la bondad son acciones difíciles de realizar solo porque es más fácil
reírse del débil, y es muy sencillo reclamarle a los fuertes, pero se requiere
de valor para decidir ser gentil y bondadoso.
Conclusiones:
La ley del tempo es la que no ofende a Dios, la iglesia no es la empresa, no es
el idealismo, el sueño de alguien, la denominación de unos ni la comodidad de
otros, Su ley se cumple en el afecto por todos(as,) no solo en la rectitud de
una persona o en su perfecto tecnicismo. Porque no obedece quien cumple aparentemente
con todo, sino quien cumple básicamente en lo más importante de todo. Es
agradable a Sus ojos quien gustosamente acepta amar sin condicionar esa ley
suprema.
Podemos orar tal vez diciendo:
- Señor… yo deseo ser fuerte, valiente, digno servidor de tu palabra, no deseo
pecar… pero ahora se y confió que mis pecados están en tu control, al igual que
los pecados de mis hermanos. Por mi lado, Señor, habrá esfuerzo y no habrá
descuido, estaré más atento a ser un templo dedicado exclusivamente a ti,
perdóname si venía a tu santuario por otras razones. Crea un corazón limpio en
mí, agradable a tu retoro. Amén.
(Escrito: C.zar © SdeC Comunidad Cristiana Interdenominacional / Imagen
cortesía de ©Corbis)