04 diciembre 2014

Predicación 30.11.2014 ¨TU LENGUAJE CON DIOS¨

Génesis 17: 1-8 (NVI)

La comunicación que logró el patriarca hebreo Abraham con Dios es extraordinaria. Nosotros como comunidad o iglesia logramos comunicación congregacional con Dios,  los líderes nos facilitan o entorpecen esta conexión, por lo tanto es sumamente primordial tu comunicación personal con Dios.
El perdón de Dios para los humanos comenzó hace miles de años… tal vez con Abraham,. Cuando una persona perdona a otra, se reinicia la comunicación entre ambas personas. Similares cosas ocurren cuando Dios nos perdona, e incluso nos bautiza con un nuevo nombre…  Pero, ¿En realidad logras dicha comunión, o solo aceptas su perdón y su bautizo y te das la vuelta?

Ciertamente les aseguro que el que no entra por la puerta al redil de las ovejas, sino que trepa y se mete por otro lado, es un ladrón y un bandido. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El portero le abre la puerta, y las ovejas oyen su voz. Llama por nombre a las ovejas y las saca del redil. Cuando ya ha sacado a todas las que son suyas, va delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque reconocen su voz. Pero a un desconocido jamás lo siguen; más bien, huyen de él  porque no reconocen voces extrañas.  Juan 10: 1-5 (NVI) / Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí,  así como el Padre me conoce a mí y yo lo conozco a él, y doy mi vida por las ovejas.  Tengo otras ovejas que no son de este redil, y también a ellas debo traerlas. Así ellas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor. Juan 10: 14-16 (NVI) / Ya se lo he dicho a ustedes, y no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que me acreditan,  pero ustedes no creen porque no son de mi rebaño.  Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen.  Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano.  Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar.  El Padre y yo somos uno. Juan 10: 26-30 (NVI)

INTRODUCCIÓN:
En previas predicaciones aborde el tema de lo que nos motiva a ser buenos y en lo que nos motiva a entrar a la tierra prometida. Una vez dentro formamos parte del pueblo de Dios, somos ovejas de su redil. ¿Es posible oír la voz de Dios similarmente como lo hacía Abraham, los profetas o apóstoles?

Los verdaderos adoradores están lejos de no creer en el mensaje de Dios, pero al mismo tiempo creen estar lejos de oír la voz de su espíritu. Algunos incluso creen estar lejísimos de desarrollar algún ministerio, predicación, evangelismo, e incluso se sienten incapacitados de orar, alabar u ofrendar.   

Conozco pocas personas que dicen no creer en Dios, pero la mayoría dice creer, sin embargo no se involucran en las cosas de Dios, y eso es porque no escuchan la voz de Dios, simplemente no son parte del rebaño, son ovejas regadas por todo el mundo. En cuanto a nosotros los fieles creyentes, lo inaceptable es pretender oír la voz de Dios, y peor aun oír su voz e ir por otro lado.

TEMA:

A Dios nadie lo ha visto, nadie podría sondear sus ideas y nadie sabe cómo es físicamente. Muchas personas, aun las más creyentes de la fe cristiana consideran que eso será posible solo hasta cruzar el umbral de la vida terrenal. Aun así, uno de los anhelos más intensos que podría experimentar un seguidor de Cristo es alcanzar y tocar a Dios, ver su gloria y escuchar su voz, pero a veces las palabras y las acciones actorales estorban. Tratemos de regresar a la inocencia, como un infante que aun sin un lenguaje aun desarrollado, anhela alcanzar a Dios con sus manitas y dando saltos urgentes hacia el cielo. Solo necesita dos o tres silabas para cantar al Dios que ama.

En la búsqueda de desarrollar esta emoción, nos hemos atrevido a experimentar en ciertas disciplinas sensoriales. Meditación, lectura, artes, humanismo, etc. En algún momento de todos esos descubres que Dios no estaba lejos, no estaba inaccesible, no estaba complejamente incrustado en las artes, las lecturas, el humanismo o en la meditación. No estaba en la intricada búsqueda de la perfección mental o emocional.

Dicen que cuando dejas de buscar algo, eventualmente aparece por sí mismo. Pues bien, solo así se puede encontrar a Dios... No me malinterpreten, todos están buscando a Dios, sin embargo Dios está aquí… Si no lo ves o no lo sientes es precisamente porque lo estas buscando dentro, arriba, abajo, en las gente, en los lugares, en las cosas, y lo mas curioso de esto, es que Dios está aquí, pero cuando lo buscas por ejemplo en las personas… tu solo ves a la persona, cuando lo buscas en la iglesia… tu solo ves la iglesia, cuando lo buscas en la Biblia… tu solo ves texto, cuando lo buscas en la música… tu solo ves melodía, etc.

Para ilustrar esto te daré un ejemplo: Vayamos a tu habitación… tu cuerpo está rodeado de cosas, lo más próximo a tu cuerpo es la ropa, luego está la ropa de cama, luego la cama, luego la cabecera, la cómoda, tal vez luego este una silla, un espejo, una puerta, un closet… después están las otras habitaciones, los patios, las calles, los vehículos, colonias, ciudades, naciones, nubes y cielos. Dentro de tantas cosas haz buscado a Dios de diversas formas, personas y latitudes. Es más usual que a tu regreso te encuentres de nuevo solo en tu habitación. Día con día suceden implosiones y explosiones indistintas en tu búsqueda por Dios. En un buen día percibes roces luminosos de su encuentro y es común que ocurran durante un servicio religioso. Te queda en el paladar un buen sabor de boca que se diluye inevitable en las horas y días siguientes. Solo hay un lugar al que regresas casi todos los días del año… ese lugar es tu habitación. Sin embargo observa que estas rodeado de muchas cosas aun, no estás solo… están todas las cosas que roban tu atención.  Dios está ahí contigo, solo que estas cansado de buscarlo afuera, y ya solo en tu habitación estas distraído por lo que te rodea.

Yo soy una persona que se distrae con facilidad, por lo tanto debo poner especial atención a una sola cosa. Para mí las palabras salen sobrando a la hora en que deseo alcanzar a Dios, ni siquiera un canto o una oración logran hacer lo que un solo anhelo aislado de todos los demás anhelos logra comunicar y conectar con Dios. El detalle esta en el “abstracción” que significa hacer a un lado diversas propiedades especifica de algo y reflexionar únicamente en su propiedad principal. Esto se logra en la alabanza y la adoración, en especial en el cantico nuevo, dirigido en total atención y abstraído de otras ideas ajenas al amor que sientes por tu creador.   

La forma más sencilla de conectar con Dios es amándole… Si te gusta el canto, la forma más sencilla de conectar con Dios es en la alabanza, y no me refiero a la industria comercial de la música cristina… No, me refiero por ejemplo a un cántico nuevo. Si tú tienes el anhelo de oír a Dios, es algo tan sencillo de lograr: Primero que nada debes aislar todo otro anhelo, segundo debes colocar tu mente y corazón en el amor que sientes por tu creador, tercero emite una nota con tu voz, luego otra nota… y así cuantas notas logres entonar. No debes apartar de tu mente a Jehová y al amor que sientes. Si tu alabanza esta en Cristo tienes en mente a tu libertador, si tu alabanza esta en el espíritu tu mente está en tu esperanza.

CONCLUSIÓN:

Existen bases dogmáticas y útiles que nos dan pie a encontrar comunión con Dios, aun así todos debemos encontrar nuestra voz, un lenguaje propio y único que logre asimilar una conexión directa con el espíritu de Dios. Solo así se pueden desarrollar las circunstancias realistas de un creyente. Podrías copiar y experimentar en la forma en que tu hermano(a) en Cristo dice lograr una conexión. Para la obra de Dios podrías aspirar a ser el mejor pastor, el mejor músico, el mejor evangelista, el mejor maestro etc… Pero solo será realista si encuentras tu propia voz en la intimidad total y motivada por el anhelo de escuchar la voz de Dios.

(Escrito: C.zar © SdeC Comunidad Cristiana Interdenominacional / Imagen cortesía de ©Corbis)


Escritura base: “…Cuando Abraham tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo: —Yo soy el Dios Todopoderoso. Vive en mi presencia y sé intachable. Así confirmaré mi pacto contigo, y multiplicaré tu descendencia en gran manera.  Al oír que Dios le hablaba, Abram cayó rostro en tierra, y Dios continuó:  —Éste es el pacto que establezco contigo: Tú serás el padre de una multitud de naciones.  Ya no te llamarás Abram, sino que de ahora en adelante tu nombre será Abraham, porque te he confirmado como padre de una multitud de naciones.  Te haré tan fecundo que de ti saldrán reyes y naciones. Estableceré mi pacto contigo y con tu descendencia, como pacto perpetuo, por todas las generaciones. Yo seré tu Dios, y el Dios de tus descendientes. A ti y a tu descendencia les daré, en posesión perpetua, toda la tierra de Canaán, donde ahora andan peregrinando. Y yo seré su Dios...” Génesis 17: 1-8 (NVI)