28 marzo 2006

TIM GUENARD



  • El hombre es libro de alterar por completo su destino para lo mejor o para lo peor.

  • Doy fe de que el perdón es el acto más difícil de plantear. El más digno del hombre.

  • El amor es mi puño final.

  • De ahora en adelante camino por la senda de paz.

  • Se presentan dos soluciones: o bien obedezco al sistema hasta ser finalmente destruido, hasta ser reducidos a la condición de esclavo rastrero, o bien reacciono contra la injusticia la incomprensión para por fin yo mismo y no seguir asfixiando.

  • Los hijos de los hombres se parecen a los granos de la mostaza o a las semillas de maíz. Si crecen mal o sin abundancia, es porque no se los ha cuidado lo suficiente. No se les puede pedir que amen lo bello, lo verdadero, el bien, cuando no se les a guiado hacia lo bello, lo verdadero, lo bien.
  • No se le puede pedir que crea en el hombre cuando no han sido esperados ni escuchados. Para que el grano fructifique hay que ocuparse de la tierra con amor, estar atento al crecimiento, contactar a veces, escardar a menudo, y respetar los tiempos.

  • Porque se ha preocupado de alguien pequeño, de alguien sin voz. Se ha preocupado de hacer un acto aparentemente anodino, que nunca le dará celebridad, que jamás será publicado en los periódicos, ni saldrá por televisión, un acto que no representa ni un solo voto en las elecciones, que no salvará a ningún país. Los actos desinteresados, la confianza, que se habría podido pasar por alto o poner un pretexto para no hacerlos, son un detonante de humanidad, estos actos y estas personas nos hacen mejores a quien los da como a quien los recibe.

  • La desconfianza nos hiere en los mas profundo de nuestro ser, pues se trata, una vez más, de un modo de rechazo.

  • Siempre intentaré superar la primera impresión negativa que alguien pueda darme y penetrar asta su corazón. Los demás siempre valen más que las etiquetas que les adjudicamos.

  • Venimos para ayudar a los más débiles y descubrimos rápidamente que son ellos quienes nos ayudan.

  • ¿Qué es lo esencial? Estamos hecho para amar.

  • ¡el amor es sagrado! Cada ser humano es precioso y sagrado.

  • El Espíritu Santo nos hace saber a nuestra época que el corazón del hombre no se sitúa en el conocimiento, en la inteligencia, el las técnicas o en el poder; sino en el amor. Por eso Dios ha elegido manifestarse a través de las personas que sufren, de las personas débiles, pobres, sencillas…

  • La acogida incondicional, el perdón y la esperanza.

  • La esperanza no se recibe con un toque de varita mágica.

  • Hay que tender siempre hacia lo más hermoso.

  • El niño golpeado, la persona abandonada, el alcohólico, el drogodependiente y el que padece otros infiernos, no los sufre porque haya en él algo genético. Todas esas personas tienen el derecho a cambiar.

  • Hay que acordarse del pasado, pero no para atorarse en él, sino para mantenerse alerta.
    Todos somos únicos, saquemos provecho de ello.

  • Las viejas costumbres se aferran a uno, fieles a su puesto, como centinelas rebeldes que se negaran a dejar que las buenas resoluciones penetren en la fortaleza, a pesar de las ordenes del príncipe.

  • La vida en común exige que uno esté incesantemente atento a la meteorología del corazón del otro.

  • Para vivir en armonía con alguien, tiene uno que aventurarse a preguntar al la persona su modo de empleo y aventurarse a darle el propio.

  • Si te quiero mal, dímelo para que cambie. Si te quiero como es debido, dímelo también para que siga así ¡no dentro de seis meses, dímelo inmediatamente para que no pierda el tiempo!.

  • No existe sufrimiento mayor que el que le toca vivir a cada cual. El sufrimiento no conoce las clases sociales. Se reconoce fácilmente a los pobres. Llevan sobre sus hombros el manto de la miseria. Les tiende la mano por caridad y tu gesto se puede convertir en amor.

  • Dios no se fija el las dos centésimas de segundo en que, catapún, se viene abajo. Dios se fija en el periodo en que vuelve a ponerse de pie. Esas horas, esos días, esos meses, esos años en que el hombre y la mujer trabajan para hacerse mejores. El hombre en cambio, con demasiada frecuencia, sólo se fija en la caída cuando mira al prójimo.

  • Es mejor hablarse de usted amándose que hablarse de tú sin hacerse caso.

  • Solo el vacío puede colmarse; no estés nunca repleto de ti mismo.

  • Para hacer hermosas las flores del jardín hace falta estiércol. Es nuestro pasado. Dios se vale de él para hacernos crecer.

  • Dios se vale de nuestro pasado como si fuera estiércol para nuestras vidas. Para hacernos crecer.

  • Pero si dejas la cabeza en tu pasado, un pasado aún demasiado caliente, te asfixia.

  • Nuestro pasado, nuestro sufrimiento, nuestros infiernos, nuestros gritos, son el aspecto que adquiere el canto en la lengua de los pobres.

  • No se puede ser hoy sin haber sido ayer.

  • La bendición de las lágrimas nos hace pequeños, enternece nuestro corazón y borra todo lo que en él puede ser duro y cerrado.

  • El perdón no es una varita mágica: existe un querer perdonar y un poder perdonar: a veces se quiere perdonar pero no se puede. Cuando se puede, cuando por fin la cabeza y el corazón terminan poniéndose de acuerdo, queda el recuerdo, esas cosas dolorosas que suben a la superficie, que perturban y reavivan el odio. Es el perdón de la memoria. No es precisamente el más sencillo. Exige mucho tiempo.

  • Perdonar no es olvidar; es aceptar vivir en paz con la ofensa.

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