30 junio 2010

*Predicación 27.06.'10 ‘Enemigos inseparables’

Mateo 13: 24- 30 y 26-42 dice: Jesús les contó otra parábola: «El reino de los cielos es como un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero mientras todos dormían, llegó su enemigo y sembró mala hierba entre el trigo, y se fue. Cuando brotó el trigo y se formó la espiga, apareció también la mala hierba. Los siervos fueron al dueño y le dijeron: "Señor, ¿no sembró usted semilla buena en su campo? Entonces, ¿de dónde salió la mala hierba?" "Esto es obra de un enemigo" , les respondió. Le preguntaron los siervos: "¿Quiere usted que vayamos a arrancarla?" "¡No! —les contestó—, no sea que, al arrancar la mala hierba, arranquen con ella el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha. Entonces les diré a los segadores: Recojan primero la mala hierba, y átenla en manojos para quemarla; después recojan el trigo y guárdenlo en mi granero." » Una vez que se despidió de la multitud, entró en la casa. Se le acercaron sus discípulos y le pidieron: —Explícanos la parábola de la mala hierba del campo. —El que sembró la buena semilla es el Hijo del hombre —les respondió Jesús—. El campo es el mundo, y la buena semilla representa a los hijos del reino. La mala hierba son los hijos del maligno, y el enemigo que la siembra es el diablo. La cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. »Así como se recoge la mala hierba y se quema en el fuego, ocurrirá también al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los que pecan y hacen pecar. Los arrojarán al horno encendido, donde habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán en el reino de su Padre como el sol. El que tenga oídos, que oiga.
Esta puede ser una reseña del final del mundo, y de las intenciones del bien y las del mal por sobre la humanidad, es claro que ambas fuerzas tienen poderío sobre los destinos de las personas, y son clarísimas las consecuencias. Esta parábola nos hace distinguir la fatídica relación dual de la vida (lo que está dormido y lo que está alerta, lo que se hace de día y lo que ocurre en la noche, el blanco y el negro, lo bueno y lo malo, lo derecho y lo zurdo, el arriba y el abajo… el cielo y el infierno) y de la relación que guardan ambos destinos que crecen juntos. Esta relación es duradera, larga y tediosa, es llevada hasta los últimos tiempos. Algunos de nosotros podríamos sentirnos de un lado o del otro en esta corta gama de opciones, o haber elegido… sin embargo algunos guardan relaciones estrechas con la maldad y con la bondad al mismo tiempo. En su corazón crecen sentimientos buenos y malos, ellos no cosechan en abundancia porque matan la buena cosecha al intentar retirar la mala hierba. Muy pocos, han descubierto esta extraña relación de dualidad, ven esta complicidad y tienen una ventaja muy alta por sobre los que aun la ignoran. En este punto yo te preguntaría: ¿Qué quieres de la vida? Y si lo sabes… ¿Estás dispuesto a ir por ello?

Esta muy claro que debemos estar del lado del bien, y que ese lugar está en la luz de Dios, quien nos lleva a ese estado de búsqueda por la verdad, dándose a conocer o revelándose a nosotros por medio del Espíritu Santo. O sea es Dios mismo que nos guía hacia él por todos los medios perceptibles, que se sensibilizan o se agudizan cuando le aceptamos. Ya no es ese Dios ambiguo, lleno de contrariedades ilógicas literales, ya no es Dios una figura dominante demandando forzosamente nuestra atención. No... Tenemos y gozamos de una relación llevada por el Espíritu Santo y sostenida o justificada por su hijo Jesucristo… pero a fin de cuentas es una relación. Los seres humanos mantenemos otras relaciones también; sociales, laborales y familiares, pero tenemos otra relación también con nuestro enemigo natural, es el enemigo que heredamos también. Como nuevos hijos de Dios, nuestro Padre está en correlación casi infinita con un enemigo del pasado, Dios es el bien… y necesariamente a su lado está siempre el mal. Nosotros, por ser salvos del pecado y de la muerte no estamos exentos del mal.

1ª Pedro 5:8 y 2ª Corintios 4:4 dice: Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar /El dios de este mundo ha cegado la mente de estos incrédulos, para que no vean la luz del glorioso evangelio de Cristo, el cual es la imagen de Dios.
Dios se libró del maligno siglos atrás, pero somos nosotros los que lo correlacionamos infinitamente con él. No podemos concebir un mundo donde todo está bien, todo es correcto, nada es insano… es una relación codependiente, aunque nos libráramos del mal, siempre estaríamos hablando de él, lo traemos a la mesa, lo llevamos a la cama antes de dormir, lo tenemos en todos los tamaños para poder llevarlo si hace falta. Nunca nos libramos de eso, porque lo necesitamos a la hora que deseamos portarnos mal.

Por supuesto un cristiano no se puede dar esos “lujos,” es un asco, hasta a Dios le dan asco los tibios (por decirles de alguna manera cordial,) que en realidad adulteran el plan de Dios… que están sentados junto a Dios y de la mano y por otro lado le rozan la pierna al diablo con el dedo pequeño. Y por supuesto que todos coqueteamos con el mal, con diversas formas que nos llevan a pecar, como las mentiras, habladurías, desprestigios, degradaciones, indiferencias, rencores, falta de compromisos, burlas, alegrias malsanas, fraudes, robos, corrupciones, idolatrías, enajenaciones... etcétera (solo por mencionar algunas.) Pero si no nos sentimos aludidos o acusados, decimos “- el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.”

En esta correlación (bien con mal), nos han hecho creer que el pecado sigue ahí, que la tentación jamás terminará, que el camino con Jesús será casi intransitable, que los dolores de cabeza no cesaran. Y al mismo tiempo nos dicen que somos libres, que no hay felicidad y paz más plena que la que da el Señor. De nuevo se asoma la tramposa dualidad… dos estados de ánimo que experimentamos a causa de la relación que conservamos con el maligno. Es peligroso porque podemos caer en un círculo de actitudes y repetir un patrón erróneo de conducta… por un lado tengo al Dios del bien y por el otro al Dios del mal. “- Ambos están a mi servicio si cumplo con ellos puntalmente mis obligaciones.”

Es un espejismo, ni Dios ni el mal trabajan así, ni para ti. Haz hecho cosas malas y lo sabes, haz tenido pensamientos traicioneros, (tu sabes lo que practicas) ya no te interesa superarlo, aprender y conocer más de Dios, escondes tu lado malo, lo enmascaras, lo justificas de manera astuta, pero esa imagen se puede caer con un solo comentario. Y el mal, que conduce las malas lenguas no se detendrá para usar a un tercero que te destapara dejándonos ver tu rostro real.

Todo esto suena muy fatídico, muy dramático… pero es el caso que nos pasa a todos, en distintos niveles morales y en diversas escalas normativas. Claro que el pecado es lo que es y el perdón también, solo que de manera codependiente y dual no cumplen con sus objetivos primordiales. El pecado no va de la mano del perdón, son solo dos pasos que se dan en determinado momento de la vida. Dios, por ejemplo, perdona al corazón arrepentido, y ese arrepentimiento se comprueba al soltar tu el pecado, al dejar esa co-dependencia. De otra forma, si regresamos al pecado del cual decimos estar arrepentidos, entonces solo le mostramos a Dios el amor que tenemos por la maldad. Es difícil este concepto si lo comparamos, por ejemplo con el pecado de la mentira, algunos de nosotros mentimos con diestra facilidad, otros mentimos ocultando actitudes privadas, algunos mienten “sanamente” para no crear daños ajenos a terceros a sí mismos. En cambio pocos han matado o robado, aunque según se, también se puede matar con un comentario o robar la paz de alguien con una broma, ¿Se puede amar a alguien sembrando la insatisfacción, el rencor, el olvido? ¿Se puede amar a Dios y sostener una relación aparte con el pecado? No, nuestra meta es ser buenos y mejores día con día, hasta llegar a la estatura del barón perfecto.

Jesús compara el reino de Dios como el de un campo, como la acción de sembrar y cosechar. En esta parábola… ¿Qué tipo de semilla eres? ¿A la hora de cosechar, de qué lado estarás…? o ¿Acaso no se te reconocerá de un lado, porque vives en ambos? ¿De qué lado crees o pretendes estar? Todas las personas que le damos asco a Dios generalmente estamos en ese tibio y mediocre estándar de vida “x” y decimos “- que estamos en un proceso de crecimiento,” estamos metidos en la iglesia, somos los que usualmente vivimos en dos mundos. Por otro lado está la mala hierba, los que no creen o practican el bien mediante las verdades bíblicas, o que se declaran ateos o que desertan de labores ministeriales, ellos han dado su postura abierta a lo que desean en la vida. Los declarados cristianos han decidido marchar bajo los estatutos de Dios, pero algunos guardan una relación con su mejor amigo (Jesucristo) y con su mejor enemigo (el diablo) son los que no están felices hoy.

Si no cosechamos o vemos a otros cosechar, nos sentimos con la obligación de hacer algo, nos podemos volver demandantes. Esa extraña sensación de insatisfacción ministerial, es un nerviosismo o cosquilleo intuitivo, “que nos obliga a hacer algo por los pecadores, debemos traerlos al camino del bien, de alguna forma debemos decirles lo retorcidos que se encuentran, lo poco que prosperaran si continúan del lado del mal.” Pero mucho ojo… Nuestro trabajo no es definir lo que es el pecado, nuestra labor es ser buenas personas, sin embargo le damos mucha importancia al pecado y al maligno, siendo que en los tiempos modernos podemos definir mucho mejor los parámetros del bien y los del mal. Pero fíjate bien, la gente que tiende a ser buena no suele tachar a la gente que tiende a hacer cosas malas. Solo la gente mala juzga gente mala. Esto para que los demás no presten atención a sus pecados, o a su falta de compromiso o a su poca actividad ministerial, su posición es estratégica, acusan para que se enfoque la atención en los pecados de otros. ¿Acaso crees que apuntando las fallas de los demás no se descubrirá la mala hierba en ti?

El compañero, enemigo y maligno es parte de nuestra vida cotidiana cuando no podemos concentrarnos en hacer el bien, porque nos pasamos pensando en lo malo que es el mundo y los pecadores que son los demás, “lo que los demás deberían hacer para que la iglesia sea exitosa.” El comportamiento de los demás no debería ser un tema que nos obsesione, no debe ser un tema de conversación ni estar a la vista. El pecador y sus pecados son asunto de su propio arrepentimiento solamente. Juntas las personas que buscan a Dios nos reunimos para invocar la presencia de Dios, aprender de su palabra y orar… cualquier otra meta para una iglesia es irrelevante o secundario. Dominar al enemigo, significa olvidarlo, no tomarlo ni en cuenta. Reconozcamos la razón de ser buenos…  leamos en Lucas 10:17.20 —Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre. (le dijeron los discípulos) —Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo —respondió él—.Sí, les he dado autoridad a ustedes para pisotear serpientes y escorpiones y vencer todo el poder del enemigo; nada les podrá hacer daño. Sin embargo, no se alegren de que puedan someter a los espíritus, sino alégrense de que sus nombres están escritos en el cielo.

La bondad nace de la satisfacción de saberse uno en conformidad con Dios, (lo destaco y los subrayo) La bondad nace de la satisfacción de saberse uno en conformidad con Dios, la bondad no es el lustre del alma, ni mucho menos la practica pretenciosa de limpiar las almas de los demás. Ese no es nuestro trabajo ni debemos sentir placer al hacerlo. Las acciones de los demás las vemos como responsables o irresponsables. Nosotros que aparentemente vivimos con el bien de un lado y el mal del otro, traducimos las cosas a pecadores o no pecadores. A todo lo bueno le vemos lo malo, y a todo lo malo le vemos lo bueno… y esto es porque tenemos amistad con ambos recursos, (sacamos del bien lo peor, y del mal lo aun mas peor) Por eso, aunque Dios nos dio poder, dominio propio y muchas otras capacidades ministeriales, el se encarga de la guerra, jamás nos mandara a atracar a nadie, antes bien Dios nos da la conquista. Como una gran bendición, pero… ¿Qué hacemos con esas bendiciones, a donde las conducimos, como las canalizamos una vez que las tenemos? Si aun tenemos relaciones íntimas, escondías y truculentas con el mal, esas bendiciones son orilladas a un lugar non-grato.

Yo recomiendo que te separes del mal completamente. De otra forma siempre estarás asociando y maximizando y rodeando todas las cosas buenas que llegan a tu vida con el mal. en Mateo 12: 22 - 28 dice: Un día le llevaron un endemoniado que estaba ciego y mudo, y Jesús lo sanó, de modo que pudo ver y hablar. Toda la gente se quedó asombrada y decía: «¿No será éste el Hijo de David?» Pero al oírlo los fariseos, dijeron: «Éste no expulsa a los demonios sino por medio de Beelzebú, príncipe de los demonios.» Jesús conocía sus pensamientos, y les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo quedará asolado, y toda ciudad o familia dividida contra sí misma no se mantendrá en pie. Si Satanás expulsa a Satanás, está dividido contra sí mismo. ¿Cómo puede, entonces, mantenerse en pie su reino? Ahora bien, si yo expulso a los demonios por medio de Beelzebú, ¿los seguidores de ustedes por medio de quién los expulsan? Por eso ellos mismos los juzgarán a ustedes. En cambio, si expulso a los demonios por medio del Espíritu de Dios, eso significa que el reino de Dios ha llegado a ustedes.

Es por eso que digo que el mal se ataca con el bien, nunca el mal podrá ser atacado con otra maldad. El único que puede pasar por encima de los malos es la ley, voluntad y juicio de Dios, no la nuestra. Si algún bien deseas para tu hermano, no hables mal de él, no trates de cambiarlo ni de juzgarlo, eso no te corresponde… Antes bien pide a Dios conforme a su perfecta voluntad por su actitud. Si no amas a tu hermano, tu actitud para con el se reflejará en tu forma de proceder. Y esa es la mala hierba que crece de noche, cuando duerme tu conciencia. Salmos 37:1-4 dice: No te irrites a causa de los impíos ni envidies a los que cometen injusticias; porque pronto se marchitan, como la hierba; pronto se secan, como el verdor del pasto. Confía en el Señor y haz el bien; establécete en la tierra y manténte fiel. Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón.

Estas en el reino de Dios, comienza a visualizarte como una simple semilla, que crece indudablemente, y que a tu lado crece a la par de ti una rama experta y trepadora. No te corresponde retirarla, ni cambiarla, ni moldearla, ni alimentarla, ni canalizarla. El reino de Dios se compara con algo mayor a tu deseo de cambiar el mundo, esta relación que tiene el ser humano con Dios, con el arado y con el enemigo está siendo trabajada hoy mismo, son los últimos tiempos…y creo que la mala hierba está siendo retirada actualmente. ¿Cuál es tu papel en esta cosecha? La semilla eres tú, no eres el terreno, ni eres el sembrador, no eres el que cosecha ni eres el maligno… tu eres una semilla sembrada que será cosechada… si sabes tu destino, y estas seguro de el… entonces… ¿puedes gozarte al respecto? O ¿Insistes en tomar el papel que no te corresponde?

La buena semilla, los hijos(as) de Dios, las personas que practican la bondad, suelen continuar hacia delante hasta formar el trigo, fruto de un crecimiento. En cambio el malo se estanca. Se supone que un cristiano es bueno, pero muchas veces también se estanca, después de vivir y superarse del pecado y ser perdonado, piensa que una vez resuelto su estatus espiritual a llegado al final de la cosecha, a la orilla del terreno, si mira bien verá que solo ha terminado un surco. “Aun hay trabajo por hacer” y todo cristiano debería sentir animo y no desánimo al oír lo que acabas de leer, ¿Sientes tu continuas ganas de continuar? O estas ciclado en algo…
Muchos se quedan en ese exitoso punto, parados con orgullo a la orilla del terreno, pero eso no es bueno, ya que solo han terminado un aspecto de sus vidas, y dicen: “- ya estoy en Cristo, ya la libré”, y adoptan una contra… obviamente estará en contra del mal, pero también se ponen en contra de los que son malvados (inocentes o no, conscientes o no.) ¿En contra de quien estás tu... en contra de ti mismo, en contra de su hermano, en contra de Dios o en contra del enemigo? Ya sea baja autoestima, desamor o pecado, lo mejor es la claridad y tomar un lado solamente. Todos nosotros a la vez que somos parte de una cosecha que crece con el bien y el mal, a su vez somos una tierra y una cosecha y un fruto. Si no sabes responder a la pregunta… mira tu persona, la siembra, mira tu tierra, tu arado, mira el camino que estás dejando, se ha marcado. Algunos van dejando un camino delgado, su terreno es plano (solo pasa el sonido hueco de la indiferencia.) Algunos van dejando caminos rectos, profundos, pronunciados y firmes. Otros dejan caminos irregulares, pareciera que fueron rayados con crayolas por niños de kínder. Todas esas huellas son la imagen de tus acciones, visibles o no para ti… serán importantes en algún momento de la vida, lo serán aun mas a la hora de que el segador recoja la siembra. ¿Te distinguirán los segaderos como el trigo… o verán sobre ti una mala hierba?
Para ayudarte a responder esta pegunta, responde a lo siguiente: ¿Que estás haciendo y a cuantas personas estas afectado con tus acciones diarias o con tu indiferencia?¿Qué relación guardas con Dios, acaso es menor que la relación que tienes con el enemigo?

Jesús trae libertad… o sea la no-correlación o co-dependencia ni con el pecado ni con el enemigo. No lo necesitamos para nada, es imposible atacar mal con mal. Es el momento de tomar esa libertad y comenzar a vivirla. Ya no es momento de experimentar en terrenos insospechados ni en caminos corruptos. Ya no podemos seguir experimentado en lugares negativos y opuestos a Dios, porque hemos y fuimos declarados sus hijos, y estos van por sus caminos usando recursos de justicia y paz, amor y fe, sabiduría y discernimiento.

Finalmente, lee 1ª Juan 3:19-20 En esto sabremos que somos de la verdad, y nos sentiremos seguros delante de él: que aunque nuestro corazón nos condene, Dios es más grande que nuestro corazón y lo sabe todo. No dudes más y confía en Dios, deja de buscar los recursos del mal para resolver cosas del bien, confía un poco más en ti mismo, debes saber que eres de la verdad, de las semillas que dan trigo, que cada acción que realizas la estás llevando a cabo en el reino de Dios, y si aun así, tu corazón mismo te hace dudar de lo anterior, debes saber que Dios vera por ti siempre, ese es el poder de Dios por sobre el maligno, y ese es el dominio propio en acción.

(Escrito: C.zar © SdeC Comunidad Cristiana Interdenominacional)

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