26 junio 2008

*Predicación 8/06/'08 “¡Como a ti mismo!”

Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una. Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. Mateo 22:34-40 De esto depende toda la ley

¿Sabes qué es amarte a ti mismo?

En repetidas ocasiones hemos escuchado “- esa persona tiene la moral muy baja” o “-no tiene autoestima”. Y esto me ha hecho preguntarme si en verdad sabemos amarnos, porqué es muy importante que descubramos si sabemos amarnos. Si no sabemos amarnos, entendemos que por consecuencia no tenemos amor, y a lo mejor ahí empiezan nuestros conflictos con los demás y es muy sencillo de entender esto.

Hace algunos años aprendí en un taller que nadie puede dar algo que no tiene, y si no tengo amor, pues no puedo dar amor. Pero hoy nos enfocaremos en nosotros mismos, así que empecemos por el principio… Pregunta y responde - ¿Me amo? Sabes que hay gente que no se ama, sabes que hay gente que esta tan deprimida que no aprecia su vida o se siente derrotado aún antes de la batalla, o que tiene depresiones constantes que sólo encuentra solaz en ver su propia derrota. Entonces aprendemos algo, aprendemos que tenemos un valor. ¿Cuál es nuestro valor? Lo pondré de esta forma
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna Juan 3:16 Si pudiéramos vernos a través de los ojos de Dios, ¿Qué veríamos? Veríamos a alguien de tanto valor que es necesario entregar su vida por él. Ya sé que esto suena a slogan publicitario, que suena a: “- eso ya lo he oído muchas veces…” pero es una realidad. Lo que hagamos con esa realidad es lo importante, si voy a creer en Jesús como mi salvador, pues, lo primero que voy a creer es que Él murió por “mí…” Si mi fe no esta basada en eso, mi fe esta muy desfasada. No puedo tener fe en rituales o procedimientos religiosos porque estos no me salvan y por consiguiente no me demuestran amor, me explican como sería la vida en Cristo, más no a vivir la vida en Dios.

La Biblia nos dice que: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. 2 Corintios 5:17-19 cuando aceptamos a Jesús como nuestro salvador y nos vemos en un espejo, seguimos siendo los mismos delante de nuestros ojos, pero no así delante de Dios o ante sus ojos. Ahora somos vistos diferentes, ahora somos vistos como revestidos por la sangre que Jesús derramó en la cruz. Tal vez sigamos teniendo el mismo lunar en la frente o la misma cicatriz, pero algo esta pasando que, delante de Dios, somos como nuevos. El amor que Dios nos tiene nos ha transformado, al menos delante de sus ojos.

¿Has tenido alguna ocasión en la que alguien te quiere mucho? Qué en realidad no entiendes el porqué. Es un amor que, simplemente lo tomas… Así es el amor de Dios. Simplemente “es”. Sería bueno preguntarme ¿Por qué es que Dios me ama? Pues es porque el nos ha hecho, nos ha formado, nos conoce desde el principio… A Él le hemos costado.

Ahora bien, si estamos en Cristo y, si hay cambios delante de Dios, el cambio principal se encuentra en mí, no sólo en la perspectiva de Dios. ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es. 1 Corintios 3:16-17

El templo de Dios. Saber que ahora somos nuevas criaturas es saber que ahora Dios habita en nosotros, es cuidar lo que sucede y no me refiero a glorificar el cuerpo y convertirlo en nuestro Dios, sino más bien como dice en 1 Corintios 6:19-20 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.

Ya que en ocasiones hay gente que hace una tregua mientras tanto, o sea llegan a Dios y hacen una tregua entre sus vidas pasadas y las nuevas, pero Dios no quiere que hagamos una tregua porque eso significaría que en el futuro existiría una reconciliación, y créeme, esta nunca sucederá, “las cosas viejas pasaron”.
El pasado ya no existe, lo borramos, ahora hay que empezar a vivir de nuevo, además si lo pasado no nos servía, para que quiero regresar a eso. En el pasado no era yo templo de Dios, o sea Dios no habitaba en mí, ahora sí, esto es hablando de la parte física, y ¿Qué hay de la parte intelectual? Efesios 4:22-24
En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Renovando nuestras mentes. Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Romanos 12:1-3 nos da una enseñanza aún más profunda ya que en ocasiones creemos que amarnos a nosotros mismos tiene que ver con narcisismo y vanidad, pero este pasaje nos ayuda a ver que no es así. También les platico que cuando era joven mi pastor me “enseño” que eso de ir al gimnasio no era bueno. Basado en la escritura de 1 Timoteo 4:8. Pero si vemos su contexto, nunca dice que sea malo., sino que no nos olvidemos de la piedad o el amor, ni de hacer nuestro trabajo para Dios. No quedarnos en un amor narciso o vanidoso que se olvida de los demás por estar tan preocupado por mí mismo.

No estoy hablando de un amor egoísta que sólo busca lo mejor para si, eso no es el amor que necesitamos tener, el amor que necesitamos tener y sentir es el amor que Dios nos da, es por eso que es importante que aprendamos bien como Dios nos amo, para poder entender el amor que hay en mí, que es para mí.

En la renovación de nuestra mente hay dos cosas importantes: Dios escudriña nuestra mente Jeremías 17:10. Y el renueva también nuestra mente Jeremías 31:33.
Al ir viviendo más y más con Cristo, él va renovando también, el trabajo no es solo mío, cuando Dios ve que estamos dispuestos a ser Cristianos Él va poniendo en nosotros lo que quiere que veamos, Dios no nos está programando, nos va informando que es lo mejor para nosotros, espero podamos entender bien ésta parte bíblica, pues habla de la mente y corazón (
Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras./ Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.) Entendimiento y sentimientos al mismo tiempo. Hay gente que dice: - yo no sé que hacer, o - yo no siento nada… pero, aquí Jeremías nos dice que Dios está tratando de que entendamos y de que sintamos, y que Él está trabajando en eso. Dios nos ama tanto que sigue con nosotros aún después de que le aceptamos, con Dios no es que le aceptas y bueno arréglatelas, no peques, no blasfemes y a ver como le haces. ¡No! Él te cuida y cuida de tu mente y de tu corazón, y aquí es cuando debemos entender que tipo de amor hay en nosotros, entender el amor que debe haber en nosotros para “nosotros”.

Aprender a amarnos como Dios nos ama no es sencillo, es ver lo que hay dentro de nosotros, aceptarlo y reconciliarlo, ver lo bueno que hay y lo malo también, tomar lo bueno y desechar lo malo.

Parte de amarnos es el perdonarnos. Conozco mucha gente que no se ha perdonado por muchas cosas que haya hecho en el pasado, y que arrastra eso todavía aún siendo una nueva criatura. La falta de perdón nos impide ver el amor con el que Dios nos ama. Puesto que Dios nos ha perdonado por todos nuestros pecados, pero nosotros mismos no nos hemos perdonado, entonces no hemos podido entender aún el amor de Dios. En serio, es tan sencillo como eso.

Entonces Jesús nos invita en este pasaje de Mateo 22, no sólo a que amemos a los demás sino que entendamos que tipo de amor estamos dando, ya que lo que está en nosotros es Él pues somos su templo. Que compartamos al Jesús que vive en nosotros y que entendamos que el amor de Dios es para nosotros, es para mí. Entender que soy amado y si yo soy amado tengo amor para amarme, y es así que podré amar a los demás como a mí mismo.

(Escrito: Juan. Adaptado y corregido para este BLOG: C.zar / © SdeC Comunidad Cristiana Interdenominacional, Imagen cortesía de ©Corbis)

05 junio 2008

*Predicación 25/05/'08 “El amor para los demás”

Leemos en: Santiago 2:15-16 Supongamos que un hermano o una hermana no tienen con qué vestirse y carecen del alimento diario, y uno de ustedes les dice: «Que les vaya bien; abríguense y coman hasta saciarse», pero no les da lo necesario para el cuerpo. ¿De qué servirá eso?

El amor de Dios es incondicional, por lo cual debemos recordar que si estamos aquí es porque Dios nos ha amado, esa libertad que tenemos es por los clavos que ataron a Jesús a la cruz, ese amor es un don que necesita dar fruto... ¿Cómo voy a demostrar fruto con acciones? Por ejemplo, si yo veo a alguien que está necesitado y le digo: - “yo te amo mucho,” eso no le va a servir de nada, porque no podemos vivir en un mundo de fantasía donde el sólo amar a alguien sea suficiente.

Si el amor de Dios está en nosotros, una buena forma de demostrarlo es en las cosas que hacemos por lo demás, pero hagamos todo esto con el objetivo de demostrárselo a Jesús y no para demostrar que somos muy buenos. Cuando alcanzamos a los demás los alcanzamos para Dios y no para la iglesia, por ello debemos reflejar a Dios en todo lo que hacemos.

(Ve el relato en la Biblia sobre Jonás en: Jonás 1:1-15)

Hay gente que dice que la distancia entre las personas es un océano, y que por lo tanto debemos estar preparados, porque es realmente un océano con tormentas, el cual tendremos que enfrentar. Luchando contra vientos fuertes que nos querrán intimidar o desanimar alejándonos entre sí, en donde probablemente caigamos náufragos. La pregunta debe ser: ¿Quién provoca esa tormenta? Porque es un largo océano que debemos cruzar y que debemos de acortar distancias. Parte del amor es cruzar ese océano que está entre tú y alguien más, significándote el vencer esas olas y esa tempestad, pero en amor, con el amor de Dios. A veces se nos olvida que vamos en su nombre, y nos creemos expertos marineros, mas como ya se ha dicho antes en muchas ocasiones: no es por nuestras fuerzas ni por nuestras habilidades. Lo que Dios ha hecho por nosotros nos da una experiencia realmente válida.

Saber que debemos actuar con amor.

Una de las claves para aprender a amar es saber escuchar… veamos el siguiente ejemplo:
Yo voy con alguien y le digo: - A mi me gusta mucho el circo.
Y me contesta: - ¡Hay que te pasa!, ¡El circo es para niños!”
Así, con esa actitud… ¿Crees que te quedarán ganas de volverle a platicar algo a esa persona? Pero es porque no sabemos escuchar, ya que cuando alguien nos dice algo, nosotros ya estamos preparando una respuesta o nuestro punto de vista, “porque nuestro punto de vista es muy importante, porque con mi punto de vista puedo corregir lo que la otra persona piensa y siente, le estoy haciendo un bien.” Y el problema es que no estamos escuchando.

Ahora veamos la diferencia al contestar de otra manera:
–¿Sabes que…? a mi me gusta el circo.
– ¡Ah…! ¿De veras? y ¿Qué es lo que te gusta del circo?
- Pues los payasos, los animales, etc
.
La diferencia es que la persona ya empieza a decir sus sentimientos, se empieza a abrir y empezamos a amar a esa persona porque le permitimos por medio de escucharle acercarse a nosotros, empezamos a acercar océanos que existen entre nosotros. Otro ejemplo:

– ¿Sabes que…? esa persona me hizo daño.
– ¡Hay…¡ ¿Cómo te va a hacer daño? Ya supéralo...

¿Crees que le dan ganas de platicarte algo de nuevo? En cambio:
- ¿Sabes que? esa persona me hizo daño.
- ¿Ah si? Y ¿Cómo fué?
Y esa persona empieza a abrirse, a confiar en ti.
Debemos ser sabios y ser imparciales, no envolvernos en los sentimientos de los demás, considerar que la sabiduría también está en saber escuchar. Debemos respetar los sentimientos de alguien más, considerando sus sentimientos le perteneces, darles el valor que merecen sin quitárselos.

No porque esa persona sea alguien a quien “yo” considero infantil o inmadura, voy a pensar que sus sentimientos no valen, al contrario… son tan válidos como aquellas personas a quienes admiro y amo. El valor de las personas radica en eso… en que son personas.
Esto no es una filosofía, entendamos eso, es un mandamiento de Dios, primero mencionado por Jesús. (Marcos 12: 28-34), (Efesios 4:1-6)


Existen ocasiones en que decimos:
- “…ya estoy muy cansado, ya no soporto ya no puedo más. Y decimos:
- Esta persona me esta haciendo daño y me esta hiriendo… necesita reaccionar y ver lo que me esta haciendo.”

Pero, antes de que yo busque el perdón de una persona, necesito buscar el amor de esa persona, para entender que esa persona necesita amor, y eso es lo primero que debo encontrar.

Ejemplo: La flor de loto nace entre el lodo, y entre más espeso y profundo es el lodo, más hermosa y saludable es la flor.


(Escrito: Juan. Adaptado para el BLOG: C.zar / © SdeC Comunidad Cristiana Interdenominacional, Imagen cortesía de ©Corbis)

*Predicación 18/05/'08 “Invitados en la casa del Señor”

Leemos en Mateo 22 …Jesús volvió a hablarles en parábolas, y les dijo: El reino de los cielos es como un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus siervos que llamaran a los invitados, pero éstos se negaron a asistir al banquete. Luego mandó a otros siervos y les ordenó: "Digan a los invitados que ya he preparado mi comida: Ya han matado mis bueyes y mis reses cebadas, y todo está listo. Vengan al banquete de bodas."Pero ellos no hicieron caso y se fueron: uno a su campo, otro a su negocio. Los demás agarraron a los siervos, los maltrataron y los mataron. El rey se enfureció. Mandó su ejército a destruir a los asesinos y a incendiar su ciudad. Luego dijo a sus siervos: "El banquete de bodas está preparado, pero los que invité no merecían venir. Vayan al cruce de los caminos e inviten al banquete a todos los que encuentren." Así que los siervos salieron a los caminos y reunieron a todos los que pudieron encontrar, buenos y malos, y se llenó de invitados el salón de bodas…

En ocasiones las personas con una posición alta en sus trabajos olvidan que también son empleados y empiezan a creer que son los dueños, dando órdenes y haciendo las cosas como creyendo que saldrán mejor, o como creyendo que funcionaran. Si traemos esa misma actitud a la iglesia, olvidamos que ésta es la casa de Dios y no consideramos que somos meros invitados y que tenemos que seguir las instrucciones de ésta persona.

¿Cuántos de ustedes tienen gente a su cargo?

El Señor a preparado una mesa para nosotros y en ocasiones abusamos de esa invitación. Se nos olvida la posición en la que llegamos a la iglesia, con muchas heridas, con muchas necesidades… más Jesús sanó nuestras heridas y suplió todas nuestras necesidades, pero luego empezamos a dar por hecho las cosas sin considerar el estado en que llegamos una vez. Nos creemos en una posición como si éste lugar (la iglesia) fuera “mía” más que el lugar al que simplemente pertenezco, un lugar en el que puedo hacer y deshacer a mi antojo, un lugar más en el que puedo controlar, olvidando que somos solo invitados.

Ahora bien, no estoy hablando del edificio en donde nos congregamos como iglesia, estoy hablando de la iglesia que es éste templo que es del Espíritu Santo. Queremos ejercer algún tipo de control sobre los demás y que si los demás no se acoplan a mi forma de pensar; están mal. Empezamos a ver a la iglesia como un lugar donde se nos va a dar un servicio constante, en lugar de verlo como un lugar donde somos nosotros quienes hemos venido a servir, no a ser servidos. Jesús mismo nos mostró un ejemplo de eso.

La iglesia no está para suplir nuestras necesidades emocionales, psicológicas o de pareja, la iglesia no es para eso, sino que mas bien es el lugar en el que venimos a platicar con el Señor, a ministrar para Dios, o sea, a servir a Dios, para aprender donde buscar las respuestas.
Dejamos en manos de Dios lo que El hace a través de nuestras vidas después de servirle, Él sabe lo que hace, nuestra posición es servir, alabar y adorar a Dios, ese es el propósito de congregarnos. Pero si yo estoy buscando suplir alguna necesidad al venir a la iglesia, estoy mal enfocado.

Nuestra actitud en la iglesia deben ser la del servicio y de agradecimiento constante, porque Dios se ha olvidado de todos nuestros pecados y de nuestras faltas, las arrojó al fondo del mar, y debemos reconocer que Él las perdonó, de eso se trata el arrepentimiento. No estoy hablando de vivir en culpa, sino de reconocer que no fué por nuestras fuerzas, sino que ha sido por la voluntad y gracia de Dios. Reconocer que ahora ya no será tomado en cuenta nuestro pasado, es una actitud de agradecimiento; no confundamos esa actitud con la de vivir en culpa, sino a vivir en agradecimiento. Reconocer que nosotros no éramos dignos de estar sentados a la mesa del Señor, más sin embargo Él nos trajo, Él nos invitó, siendo que la fiesta no era para nosotros y nos dió ropas nuevas… estamos ahora revestidos de novedad.

Cuando veamos dentro de nosotros mismos debemos ver que ya no somos iguales y que debemos vivir en gratitud por lo que Dios ha hecho en nosotros... entonces lo que Dios ha hecho, por medio de su gracia, es lo que nos va a hacer reaccionar.

Si queremos vivir una vida de agradecimiento, si queremos vivir una vida de servicio, reconozcamos que no éramos dignos, sin embargo aquí estamos, veamos lo que Dios ha hecho dentro de nosotros, lo que Dios ha estado y continúa cambiando. El día que aceptamos a Jesús, cuando el perdonó todo lo que habíamos hecho, no se acabó ahí todo, eso fué sólo el comienzo, porque de ahí en adelante Él sigue bendiciendo y actuando. Si Dios sigue trabajando y bendiciendo… ¿Por qué a nosotros habría de olvidársenos el agradecimiento o el servicio? ¿Si Dios continúa obrando en mi vida, porque se me olvida seguir agradeciendo? Al limpiar Él mis pecados, no termina su obra en mí, es sólo el comienzo, Él me sigue limpiando e invitando a su mesa, sigue proveyendo esos grandes banquetes.

¿Ustedes han visto alguna vez a un invitado pesado en una fiesta…? Ese que al llegar, come todo y crítica todo y que aunque no le gusta lo que los demás hacen… aun así no se quiere ir, y que luego a la persona que organiza la fiesta ya no le dan ganas de volverla a invitar. No nos convirtamos en eso, hagamos la diferencia. Si hemos sido recibidos y ahora dignificados por la sangre de Dios, no demos por hecho todo lo que Dios está haciendo, al fin y al cabo Él es Dios y Él lo va hacer por mí.

Ciertamente Dios es nuestro escudo, es nuestro proveedor, pero Dios no trabaja para nosotros, nosotros trabajamos para Dios, entonces no queramos convertir la casa de Dios en nuestra empresa, no queramos quitarle el puesto al jefe, al contrario, vamos a servir al jefe con alegría. ¿No te da alegría saber que tú no eres el jefe? En mi casi, si yo fuera el jefe, la compañía ya hubiera quebrado. Durante el transcurso de mi vida, he asistido a la iglesia, mas llegó un momento en el que tomé por hecho el ir a la iglesia, asistir a la casa de Dios se convirtió en una costumbre, en algo que había que hacer, y perdió todo el sentido. A pesar de que trabaja mucho en la iglesia, me convertí en un activista en vez de ser un cristiano. – “Qué si había que hacer esto o aquello en la iglesia… bueno, pues me apuntaba… - al fin y al cabo, ahí estaba.”
– “Qué si había que aprender tal o cual cosa, bueno, pues la aprendía.”
Porque mi vida se había desarrollado en un círculo, en un grupo de amigos, en una familia, cuando en realidad había perdido el enfoque de lo que era ser un cristiano y empecé a convertirme en parte de un grupo.
Que no nos pase igual, no me gustaría que nosotros perdiéramos el objetivo, el ir a la iglesia “porque es el lugar donde hay que ir los domingos,” “porque es el lugar en el que trabajo los domingos para el Señor…” No lo hagamos por costumbre sino hagámoslo por amor, no por hábito sino por convicción, hay que asistir y trabajar por amor o agradecimiento. Debemos recordar que si estamos en una iglesia es por la gracia de Dios, porque estamos agradecidos con Él y porque nos sacó de donde andábamos.

Cuando asisto a una iglesia, una como la nuestra, me gusta decir que asisto a una iglesia en si, y no decir: “el grupo al que voy…” como que al decirlo de esa manera, de cierta forma no lo vemos como tal.
Y repito, ver nuestras vidas, ve la persona que eras meses atrás, cuando eso pasa nos damos cuenta que ya no somos las personas rehechas o tristes que éramos antes, ahora vivimos en alegría, ahora vivimos en paz con nosotros mismos. Debemos recordar quien fué el que trajo eso a nuestras vidas. ¿Cómo es que eso existe en nuestras vidas...? fué Jesús.
Él es quien logra eso en nuestras vidas y sin embargo a veces se nos olvida, simplemente lo olvidamos. “Ahí está… y ahora… a hacer las cosas a nuestra manera, que al fin y al cabo ya estoy completo.”

Hay tantas cosas que podemos hacer por la iglesia, pero no debemos ser activistas, sino debemos ser cristianos… nuestro trabajo no termina al realizar ciertas labores en o para la congregación, o al impartir un estudio bíblico, o al tocar un instrumento musical durante el servicio… mas bien trabajamos por un jefe que nos bendice las 24 horas del día durante los 7 días que dura la semana y así todo el tiempo que hasta hoy hemos vivido.
Cuando nuestro trabajo logra hacer resaltar a Dios, entonces estamos trabajando para el jefe, cuando no esperamos recompensa por lo que hacemos es que estamos trabajando para el jefe, cuando damos amor a pago de odio, estamos trabajando para el jefe.
Ni aún realizando mil trabajos podríamos pagar jamás lo que Él hizo por nosotros, pero Él no quiere nuestra culpa, lo que Él quiere es nuestro agradecimiento.

Cada vez que lleguemos a la mesa, veras que estará puesta, y esa mesa frente a nosotros, es de santidad, de redención, de promesas cumplidas y de amor. En el mundo que vivimos es necesario que lleguemos a esa mesa continuamente, así pues, dejemos esa actitud “de que somos merecedores o tan dignos” y seamos solamente invitados a la casa de Dios.

...Vengan, postrémonos reverentes, doblemos la rodilla ante el Señor nuestro Hacedor. (Salmo 95:6)

(Escrito: Juan, adaptado para el BLOG: c.zar / © SdeC Comunidad Cristiana Interdenominacional, Imagen cortesía de ©Corbis)