05 junio 2008

*Predicación 18/05/'08 “Invitados en la casa del Señor”

Leemos en Mateo 22 …Jesús volvió a hablarles en parábolas, y les dijo: El reino de los cielos es como un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus siervos que llamaran a los invitados, pero éstos se negaron a asistir al banquete. Luego mandó a otros siervos y les ordenó: "Digan a los invitados que ya he preparado mi comida: Ya han matado mis bueyes y mis reses cebadas, y todo está listo. Vengan al banquete de bodas."Pero ellos no hicieron caso y se fueron: uno a su campo, otro a su negocio. Los demás agarraron a los siervos, los maltrataron y los mataron. El rey se enfureció. Mandó su ejército a destruir a los asesinos y a incendiar su ciudad. Luego dijo a sus siervos: "El banquete de bodas está preparado, pero los que invité no merecían venir. Vayan al cruce de los caminos e inviten al banquete a todos los que encuentren." Así que los siervos salieron a los caminos y reunieron a todos los que pudieron encontrar, buenos y malos, y se llenó de invitados el salón de bodas…

En ocasiones las personas con una posición alta en sus trabajos olvidan que también son empleados y empiezan a creer que son los dueños, dando órdenes y haciendo las cosas como creyendo que saldrán mejor, o como creyendo que funcionaran. Si traemos esa misma actitud a la iglesia, olvidamos que ésta es la casa de Dios y no consideramos que somos meros invitados y que tenemos que seguir las instrucciones de ésta persona.

¿Cuántos de ustedes tienen gente a su cargo?

El Señor a preparado una mesa para nosotros y en ocasiones abusamos de esa invitación. Se nos olvida la posición en la que llegamos a la iglesia, con muchas heridas, con muchas necesidades… más Jesús sanó nuestras heridas y suplió todas nuestras necesidades, pero luego empezamos a dar por hecho las cosas sin considerar el estado en que llegamos una vez. Nos creemos en una posición como si éste lugar (la iglesia) fuera “mía” más que el lugar al que simplemente pertenezco, un lugar en el que puedo hacer y deshacer a mi antojo, un lugar más en el que puedo controlar, olvidando que somos solo invitados.

Ahora bien, no estoy hablando del edificio en donde nos congregamos como iglesia, estoy hablando de la iglesia que es éste templo que es del Espíritu Santo. Queremos ejercer algún tipo de control sobre los demás y que si los demás no se acoplan a mi forma de pensar; están mal. Empezamos a ver a la iglesia como un lugar donde se nos va a dar un servicio constante, en lugar de verlo como un lugar donde somos nosotros quienes hemos venido a servir, no a ser servidos. Jesús mismo nos mostró un ejemplo de eso.

La iglesia no está para suplir nuestras necesidades emocionales, psicológicas o de pareja, la iglesia no es para eso, sino que mas bien es el lugar en el que venimos a platicar con el Señor, a ministrar para Dios, o sea, a servir a Dios, para aprender donde buscar las respuestas.
Dejamos en manos de Dios lo que El hace a través de nuestras vidas después de servirle, Él sabe lo que hace, nuestra posición es servir, alabar y adorar a Dios, ese es el propósito de congregarnos. Pero si yo estoy buscando suplir alguna necesidad al venir a la iglesia, estoy mal enfocado.

Nuestra actitud en la iglesia deben ser la del servicio y de agradecimiento constante, porque Dios se ha olvidado de todos nuestros pecados y de nuestras faltas, las arrojó al fondo del mar, y debemos reconocer que Él las perdonó, de eso se trata el arrepentimiento. No estoy hablando de vivir en culpa, sino de reconocer que no fué por nuestras fuerzas, sino que ha sido por la voluntad y gracia de Dios. Reconocer que ahora ya no será tomado en cuenta nuestro pasado, es una actitud de agradecimiento; no confundamos esa actitud con la de vivir en culpa, sino a vivir en agradecimiento. Reconocer que nosotros no éramos dignos de estar sentados a la mesa del Señor, más sin embargo Él nos trajo, Él nos invitó, siendo que la fiesta no era para nosotros y nos dió ropas nuevas… estamos ahora revestidos de novedad.

Cuando veamos dentro de nosotros mismos debemos ver que ya no somos iguales y que debemos vivir en gratitud por lo que Dios ha hecho en nosotros... entonces lo que Dios ha hecho, por medio de su gracia, es lo que nos va a hacer reaccionar.

Si queremos vivir una vida de agradecimiento, si queremos vivir una vida de servicio, reconozcamos que no éramos dignos, sin embargo aquí estamos, veamos lo que Dios ha hecho dentro de nosotros, lo que Dios ha estado y continúa cambiando. El día que aceptamos a Jesús, cuando el perdonó todo lo que habíamos hecho, no se acabó ahí todo, eso fué sólo el comienzo, porque de ahí en adelante Él sigue bendiciendo y actuando. Si Dios sigue trabajando y bendiciendo… ¿Por qué a nosotros habría de olvidársenos el agradecimiento o el servicio? ¿Si Dios continúa obrando en mi vida, porque se me olvida seguir agradeciendo? Al limpiar Él mis pecados, no termina su obra en mí, es sólo el comienzo, Él me sigue limpiando e invitando a su mesa, sigue proveyendo esos grandes banquetes.

¿Ustedes han visto alguna vez a un invitado pesado en una fiesta…? Ese que al llegar, come todo y crítica todo y que aunque no le gusta lo que los demás hacen… aun así no se quiere ir, y que luego a la persona que organiza la fiesta ya no le dan ganas de volverla a invitar. No nos convirtamos en eso, hagamos la diferencia. Si hemos sido recibidos y ahora dignificados por la sangre de Dios, no demos por hecho todo lo que Dios está haciendo, al fin y al cabo Él es Dios y Él lo va hacer por mí.

Ciertamente Dios es nuestro escudo, es nuestro proveedor, pero Dios no trabaja para nosotros, nosotros trabajamos para Dios, entonces no queramos convertir la casa de Dios en nuestra empresa, no queramos quitarle el puesto al jefe, al contrario, vamos a servir al jefe con alegría. ¿No te da alegría saber que tú no eres el jefe? En mi casi, si yo fuera el jefe, la compañía ya hubiera quebrado. Durante el transcurso de mi vida, he asistido a la iglesia, mas llegó un momento en el que tomé por hecho el ir a la iglesia, asistir a la casa de Dios se convirtió en una costumbre, en algo que había que hacer, y perdió todo el sentido. A pesar de que trabaja mucho en la iglesia, me convertí en un activista en vez de ser un cristiano. – “Qué si había que hacer esto o aquello en la iglesia… bueno, pues me apuntaba… - al fin y al cabo, ahí estaba.”
– “Qué si había que aprender tal o cual cosa, bueno, pues la aprendía.”
Porque mi vida se había desarrollado en un círculo, en un grupo de amigos, en una familia, cuando en realidad había perdido el enfoque de lo que era ser un cristiano y empecé a convertirme en parte de un grupo.
Que no nos pase igual, no me gustaría que nosotros perdiéramos el objetivo, el ir a la iglesia “porque es el lugar donde hay que ir los domingos,” “porque es el lugar en el que trabajo los domingos para el Señor…” No lo hagamos por costumbre sino hagámoslo por amor, no por hábito sino por convicción, hay que asistir y trabajar por amor o agradecimiento. Debemos recordar que si estamos en una iglesia es por la gracia de Dios, porque estamos agradecidos con Él y porque nos sacó de donde andábamos.

Cuando asisto a una iglesia, una como la nuestra, me gusta decir que asisto a una iglesia en si, y no decir: “el grupo al que voy…” como que al decirlo de esa manera, de cierta forma no lo vemos como tal.
Y repito, ver nuestras vidas, ve la persona que eras meses atrás, cuando eso pasa nos damos cuenta que ya no somos las personas rehechas o tristes que éramos antes, ahora vivimos en alegría, ahora vivimos en paz con nosotros mismos. Debemos recordar quien fué el que trajo eso a nuestras vidas. ¿Cómo es que eso existe en nuestras vidas...? fué Jesús.
Él es quien logra eso en nuestras vidas y sin embargo a veces se nos olvida, simplemente lo olvidamos. “Ahí está… y ahora… a hacer las cosas a nuestra manera, que al fin y al cabo ya estoy completo.”

Hay tantas cosas que podemos hacer por la iglesia, pero no debemos ser activistas, sino debemos ser cristianos… nuestro trabajo no termina al realizar ciertas labores en o para la congregación, o al impartir un estudio bíblico, o al tocar un instrumento musical durante el servicio… mas bien trabajamos por un jefe que nos bendice las 24 horas del día durante los 7 días que dura la semana y así todo el tiempo que hasta hoy hemos vivido.
Cuando nuestro trabajo logra hacer resaltar a Dios, entonces estamos trabajando para el jefe, cuando no esperamos recompensa por lo que hacemos es que estamos trabajando para el jefe, cuando damos amor a pago de odio, estamos trabajando para el jefe.
Ni aún realizando mil trabajos podríamos pagar jamás lo que Él hizo por nosotros, pero Él no quiere nuestra culpa, lo que Él quiere es nuestro agradecimiento.

Cada vez que lleguemos a la mesa, veras que estará puesta, y esa mesa frente a nosotros, es de santidad, de redención, de promesas cumplidas y de amor. En el mundo que vivimos es necesario que lleguemos a esa mesa continuamente, así pues, dejemos esa actitud “de que somos merecedores o tan dignos” y seamos solamente invitados a la casa de Dios.

...Vengan, postrémonos reverentes, doblemos la rodilla ante el Señor nuestro Hacedor. (Salmo 95:6)

(Escrito: Juan, adaptado para el BLOG: c.zar / © SdeC Comunidad Cristiana Interdenominacional, Imagen cortesía de ©Corbis)

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