02 julio 2009

*Predicación 28.06.'09 ‘Joven triste, joven rico’ (segunda parte)

Basada en Mateo 19:16-30

En la anterior palabra vimos sobre la riqueza de nuestra generación, una serie de comodidades y satisfacciones acumuladas que en algún momento del camino podría anteponerse a seguir o a continuar el camino con Jesucristo, la palabra de Dios nos llevó al ejemplo del joven rico que dio la espalda a Jesús pues no era capaz de abandonar sus riquezas, pues eran muchas. Una reflexión nos llevó a comprender que la ambición o el alto apego a las cosas que representan aparentemente nuestra felicidad o futuro promisorio son tesoros terrenales… finalmente el joven triste, el joven rico no fue puesto a prueba sino para que el mismo encarara sus intenciones de seguir a Jesús… Es común que se usen estos versículos para reflexionar en cuanto a los bienes materiales, tanto así que las personas ricas están estigmatizadas como seres opuestos a la humildad. En este caso, no se enfocó la palabra de Dios a eso, sino a lo que atesoramos (sea lo que sea) y que se antepone a las prioridades ministeriales.

Siendo más prácticos y conociendo bien la palabra de Dios de manera global, sabemos que la idolatría es en gran manera un obstáculo para tener una relación con Dios. En este caso particular, es el amor al dinero, el cual fue, es y seguirá siendo el máximo ídolo que la humanidad ha enfrentado. Jesucristo encara al joven rico con su máxima idolatría, el joven se retira triste pues amó más sus riquezas que la idea de seguir a Jesús.

Los discípulos de Jesús son los que aprendieron una valiosa lección de vida, seguir a Jesús puede ser en algunos casos el abandono terrenal de bienes comunes, pero que a la larga trae recompensa eterna. Se que ellos no lo pensaron dos veces, dejaron sus redes de pescadores y siguieron a Jesús en su ministerio, pero no dudo que conforme avanzaban en esa misión se hicieron preguntas. Nosotros también podemos entregarnos a Jesús fácilmente, y empezar una vida con Dios, pero conforme llegan las pruebas, somos capaces de dar la espalda a Dios por muy diversas causas. (Si no tienen conciencia de este fenómeno, tan solo vean las tendencias en las iglesias…) Ejemplo: …se hacen llamados, se hacen oraciones, se va a retiros espirituales, se bautizan, etc… la gente se quebranta, se entrega, se conmueve, hacen promesas y votos… y al cabo de un tiempo... algunos desisten, otros regresan a su pasado, y retroceden, algunos incluso dan la espalda a Jesús (o al ministerio al cual fueron llamados).
Cuando un día dijeron que lo daban todo por Jesús o que en El habían encontrado todo el sustento, la dependencia, la confianza y la máxima esperaza… con rostros alegres y recuperados, sanados de sus tormentos y catapultadas sus amarguras dando odas al gran rey, cantando alabanzas, etc… llegan luego las preguntas incómodas, esas que suenan a disco rayado:

Ejemplo: Lo que se preguntaron los primeros discípulos de Jesús:
- ¿Y mientras sigo y me dedico al ministerio del maestro… ?
- ¿Que pasará con mi casa?
- ¿Qué pasará con mi familia?
- ¿Qué pasará con mis bienes?

Algunos de nosotros nos hemos enfrentado a dilemas comunes, solo que actuales:
¿Y mientras sigo y me dedico al ministerio de Jesús…?
¿Y si mi pareja no desea acompañarme en las cosas de Dios?
¿Y si me piden que diezme y ofrende y no deseo hacerlo?
¿Y si mi familia se opone o no comprende mi nuevo estilo de vida cristiano?
¿Y si tengo que predicar a mis amigos, compañeros de trabajo o de escuela?
¿Y si mi agenda interrumpe en mis labores ministeriales?
¿Y si Dios me pide ser pastor, o maestro, o profeta o misionero, cantante o tesorero?

Podemos hacer dos cosas:
1.- Inventar la mejor de las excusas para no enfrentar el llamado de Jesús. O.
2.- Buscar la manera de cumplir con mi llamado y adaptarme al reino de Dios.
O sea… seguimos con Jesús o le damos la espalda.
Toda carencia, incomodidad o inconveniencia que se tiene por causa de Jesús tiene una promesa incomparable… “…recibirá cien veces más y heredará la vida eterna”

Cuando preferimos decirle no a las cosas de Dios y no sentirnos como traidores, somos maestros de escapismo y fanáticos de nuestros deseos personales, usamos excusas o razones trascendentales para defender nuestros afanes: - “bueno, yo no puedo hacer esto o lo otro en una iglesia como ‘Seguidores de Cristo’... pero “Dios sabe” que haré cosas buenas en otras áreas de mi vida.” Pero, ojo… Dios es muy específico cuando nos hace un llamado. Dios te a puesto en el lugar adecuado para un ministerio idóneo, puede ser a veces incomodo trabajar, sacrificar, gastar o aceptar diversas circunstancias…
El ministerio que realizamos en SdeC es muy especial y pocas iglesias en Monterrey tienen las herramientas para apoyar y entender la diversidad humana. El trabajo aquí es muy peculiar y las cosechas aun más.

Jesús enfrenta al joven rico y a sus discípulos o seguidores no para negarles bienes materiales o incluso emocionales, sino para que anhelaran aun más los asuntos celestiales y espirituales, pues son los que trascienden. Jesús te hará la misma pregunta dos veces o más… cuando aceptaste a Jesús en tu corazón dijiste que si de inmediato, pasaste al altar, hiciste el discipulado, te bautizaste y te comprometiste en algún ministerio… pero no lo pensaste como el joven rico que dijo “no”, tu dijiste “si” dejaste tus redes y te lanzaste a la aventura de seguir a Jesús, pero… - ¡oh sorpresa!... Seguir a Jesús no es una aventura ni un experimento… es algo real, que afecta a tu vida terrenal y a lo que te rodea.

No me malinterpretes… Dios no pretende quitarte ninguna de tus comodidades ni necesidades básicas, pero no estamos en este mundo para acumular riquezas ni ambicionar lujos y excesos, nuestra estancia en este mundo es provisional y es ministerial. Estamos para servir y nuestro trabajo será recompensado no aquí sino en otra etapa de nuestra vida eterna. Es por eso que Dios desea que abras tu entendimiento a una perspectiva más amplia y basta… la vida no son los pocas años que te restan… tu vida es eterna… es un segundo comparado con un millón de años. Y si no me crees, pregúntale a alguien que tenga mas de 60 años y te dirá que la vida se fue tan rápido como un suspiro, y seguramente te dirá también que no se llevará nada a la otra vida, que no ambiciona nada mas que morir en paz. Pregúntale a un joven de 15 años, y te dirá todo lo contrario… y si ese joven es rico… pues imagínate que no dirá.

Creo firmemente que el joven rico no solo adoraba su riqueza terrenal sino que también tenía un gran temor a ser pobre. Nosotros somos iguales en muchos aspectos pues el estilo de vida actual nos tiene altamente endeudados y enajenados con las comodidades modernas. Si una vez le dijimos a Jesús que si, ahora le decimos que no, pues nuestro presente y futuro emocional están comprometidos o están sujetos a crédito, y las relaciones humanas están sujetas a nuestras emociones del día. Es decir, si hoy decimos al ministerio que si, es porque estamos de buen humor, y con una superación personal y con ganas de servir, o nuestro crédito esta en buen estatus, cuando alguna de estas cosas “fallan” las usamos de bandera para no seguir con las cosas de Dios, y truncamos el camino justo.

Realmente no podrías donar tu casa ni tus bienes a los pobres, porque no son tuyos aún, son del banco, de Elektra, Coopel o famsa… Y si tuvieras que hacerlo supongo que te costaría mucho trabajo donarlo a los pobres. Tampoco se trata de abandonar a las personas que amas. Pero que ninguna de estas cosas justifique tu comportamiento emocional, nada debe estar por encima de Dios.

La utopía más grande de todos los tiempos es vivir en un mundo donde reina la paz y los bienes terrenales son repartidos a cada persona de manera equitativa. Desgraciadamente vivimos en una utopía, pero no buena, sino mala, o sea Satanás vive su utopía, donde los ricos le roban a los pobres para continuar su estilo de vida, no hay paz ni amor, hay hambre y violencia entre personas y el abuso moderno ha consumido altamente los recursos naturales.
Esta desesperanza que nos rodea, esta crisis y enfermedades resultado del consumismo y el anhelo por riquezas, lujos y excesos no son mas que el fruto de ese joven rico que abrazo y adoro mas las cosas del mundo y dió la espalda a Jesús…

Te exhortó a que no seas tu también un reflejo de este joven triste…
- Dios quiere verte feliz, no siendo esclavo de nada, y menos de un ídolo.
- Dios te llena de bendiciones pero no de caprichos…
- Dios te puede hacer prosperar, aun en dinero y bienes materiales y emocionales, pero no permitas que sobrepasen al plan perfecto y al propósito de Dios para ti en este mundo.
- Dios podría permitir que pases carencias, pero jamás como un capricho de su poder, sino como una forma de expresión de su sabiduría. Nútrete de ella si te falta entendimiento.

Finalmente, para Dios no hay imposibles…
Solo tu sabes lo difícil que a sido o es seguirlo… si eres como esos altos camellos que a duras penas y en cuclillas pretenden pasar por una pequeñísima puerta para entrar a la ciudad reservada… Imagínate si el camello lleva como carga sus apreciables riquezas….
Para Dios no hay imposibles, despójate de lo que no te sirve para seguir a Jesús, si no puedes… pide ayuda al mismo Jesús, el hará el trabajo que a ti te resulta imposible.

- Dios a prometido vida eterna y que multiplicará y recompensará a sus segadores.

DTB
atte: C.zar


(Escrito: C.zar © SdeC Comunidad Cristiana Interdenominacional, Imagen cortesía de ©Corbis)

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