25 febrero 2015

Predicación 15.02.2015.“EL SILENCIO DE DIOS”


En el terreno baldío que es el corazón humano, las explicaciones naufragan ante un mar delirante de fetichismos mundanales. ¿Qué quiero decir?  Que por mucho que tratemos de entender el corazón obstinado de una persona, jamás comprenderá sino hasta que tome conciencia por si mimo de su ceguera, sordera y de su lengua asesina.  ¿Extraña forma de comenzar una predicación? Sí, pero comienzo diciendo esto para que se comprenda lo que diré en esta predicación.

“…Oh Dios, ¡si les quitaras la vida a los impíos! ¡Si de mí se apartara la gente sanguinaria, esos que con malicia te difaman y que en vano se rebelan contra ti! ¿Acaso no aborrezco, Señor, a los que te odian, y abomino a los que te rechazan? El odio que les tengo es un odio implacable; ¡los cuento entre mis enemigos! Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno…” Salmo 139:19-24 (NVI)


Podemos notar en este verso dos tonos emocionales del salmista, odio y remordimiento, celo y temor, injusticia y justicia.
Para muchas personas que por un lado cuestionan a Dios y que por otro lado apelan a su providencia y que por otro lado incluso dan consejos como expertos, debemos entender que la actitud humana trabaja en función a la abundancia del corazón – en este caso trabaja en función al vacío del corazón – en cambio la actitud de un cristiano trabaja en función a la abundancia del Espíritu Santo habitando en dicho corazón.

Pasado Jesús por este mundo, se fue… nos dejo… hace silencio en el mundo, como Dios hace silencio en Israel después de los profetas. Su silencio terminó con la culminación de las profecías mesiánicas. Dicho silencio es mal interpretado por sus seguidores, como el silencio de Jesús es malinterpretado hoy en día por los corazones incrédulos y faltos de fe.

“¿Dónde está Dios cuando muere un niño en manos de la injustica? / ¿Por qué Dios no me escucha? ¿No cumple las peticiones de mi corazón? / ¿Por qué a unas personas mezquinas les va tan bien y a mí no me cumple un simple deseo? /  ¿Por qué mi país está en manos de rateros, asesinos y no escucha las peticiones de millones de compatriotas que imploran por paz?”

Estas mismas interrogantes son fácilmente pronunciadas en boca de personas que también pronuncian injurias con la misma facilidad que rezan y maldicen al vecino. Este fenómeno lo puedes observar todos los días y en todo tipo de personas, la razón principal de su extravío es la falta de fe. Es lógico, si sus corazones están vacíos de palabra divina, muy en el fondo de sus corazones saben que Dios no existe,  si no le escuchan no existe. Sin embargo culpan de esa incredulidad al silencio de Dios y no a lo sordo de sus oídos.

Nosotros los creyentes no estamos exentos de tales distracciones, al contrario, continuamente seremos tentados a perder la fe en busca de “mejores” resultados. Si aspiramos a tener prosperidades, amor y dicha emocional y ni la oración, ni la fe, ni Dios nos hacen caso… fácilmente podemos decidir hacer las cosas enteramente por nuestro juicio y voluntad, con nuestras manos forjaremos nuestro bienestar.

¿Qué tan grave es este fenómeno de incredulidad ante el silencio de Dios?  Para que te des una idea lo pondré de esta manera: Nosotros no vemos ni oímos a Jesús físicamente, ese privilegio fue de sus apóstoles y seguidores… y ellos – que le vieron y escucharon personalmente – perdieron la fe tan rápido como se derrama el agua de un vaso roto.

“…Cuando Jesús resucitó en la madrugada del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios.  Ella fue y avisó a los que habían estado con él, que estaban lamentándose y llorando. Pero ellos, al oír que Jesús estaba vivo y que ella lo había visto, no lo creyeron.  Después se apareció Jesús en otra forma a dos de ellos que iban de camino al campo. Éstos volvieron y avisaron a los demás, pero no les creyeron a ellos tampoco. Por último se apareció Jesús a los once mientras comían; los reprendió por su falta de fe y por su obstinación en no creerles a los que lo habían visto resucitado…” Marcos 16: 9-14 (NVI)

 El silencio de Dios es mal interpretado constantemente como olvido. Nosotros debemos confiar, lo que nosotros llamamos silencio, Jesús lo llama esperanza. Ahora bien, el silencio de Dios se convirtió en esperanza no en abandono,  nos dejó su Santo Espíritu para habitar en nosotros.

Es verdad que el Espíritu Santo es invisible, pero yo no lo creo del todo. Si el espíritu habita en nosotros entonces nosotros somos la muestra visual y auditiva de Dios ante el mundo y ante ti mismo.

“…Les dijo: «Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas a toda criatura.  El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado.  Estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán en nuevas lenguas;  tomarán en sus manos serpientes; y cuando beban algo venenoso, no les hará daño alguno; pondrán las manos sobre los enfermos, y éstos recobrarán la salud.» Marcos 16 : 15-18 (NVI)

¿Has anunciado el evangelio de Jesús al menos a una persona?
Si, a ti mismo. Al aceptar el evangelio lo anunciaste a tu corazón. Consecuentemente tu testimonio evangeliza a otras personas.

¿Has expulsado demonios al menos a una persona?
Si, el demonio que vivía en ti antes de conocer a Jesús fue expulsado, fuiste adoptado por Dios.

¿Has hablado un nuevo lenguaje, es que no todos entienden lo que hablas sobre Dios?
Si,  las cosas que anuncias de Jesús son locura y lenguaje extraño para otros.
 
¿Has presenciado el veneno que destila el mundo a tu alrededor y sigues libre de su efecto?
Si,  desde bullying hasta rechazo social, pero el mundo y el maligno no influyen ni dominan tu existir.

¿Eres testigo de la sanidad global que ha hecho Dios en ti y a tu alrededor?
Si, no podemos negar ni callar el milagro  de salvación, antes estábamos condenados a muerte, ahora estamos curados de ello, viviremos eternamente en el reino de Jesús.

Si tus respuestas son “Si” entonces Dios no ha hecho silencio alguno, tu eres prueba de que su aparente ausencia es más bien efecto de la esperanza que tú mismo trasmites cada día, a ti mismo, a alguien más o incluso a tu alrededor, aunque aparente ser imprestable.

Tu eres muestra física de la existencia de Dios, de la voz del evangelio de Jesús en este mundo, incluso podemos localizar al Espíritu Santo… esta en ti… y eres muestra física de su existencia.
Pero…  ¿Dónde está Dios, que hace Jesús en estos momentos?

“…Después de hablar con ellos, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Los discípulos salieron y predicaron por todas partes, y el Señor los ayudaba en la obra y confirmaba su palabra con las señales que la acompañaban...” Marcos 16 : 19-20 (NVI)

Próximamente: (“¿donde está Dios ahora?”)
(Escrito: C.zar © SdeC Comunidad Cristiana Interdenominacional / Imagen cortesía de ©Corbis)

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