20 agosto 2008

*Predicación 17/08/'08 “Para toda buena obra”

2 Timoteo 3: 14-17 dice:Pero tú, permanece firme en lo que has aprendido y de lo cual estás convencido, pues sabes de quiénes lo aprendiste. Desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras, que pueden darte la sabiduría necesaria para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda
buena obra.

No cabe duda que la Biblia es muy clara, llena de sabiduría, y sin embargo seguimos buscando, seguimos definiendo, seguimos apuntando, seguimos instruyendo, seguimos en la necesidad de explicar cada punto y coma.
a fin de que todos estemos listos para hacer cosas buenas.


1 Pedro 2: 5
vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.

La iglesia debe estar siempre lista para toda buena obra, y con todo y eso, debemos definir aún mejor que es una iglesia.

Si le pregunto a cada uno de ustedes “- qué es para ti la iglesia”, estoy seguro que encontraremos diversas respuestas…Más si preguntará “-qué no es la iglesia,” las respuestas serían aún más variadas, ya que generalmente las personas saben más de lo que no desean ver o tener que de lo que si desean. Y usando las referencias bíblicas
(1 Cor 11,18; 14,4.5.12.19.23.28.33-35) se hace la referencia de la iglesia como una asamblea o reunión de cristianos para realizar un servicio religioso. Más por otro lado hace referencia al cuerpo de Cristo… sabiendo que existían varias regiones o países evangelizados.

- En otras palabras, la iglesia como edificio, asamblea o institución está al servicio de la comunidad o a nuestro servicio… como tal, la iglesia es reflejo de lo que somos todos como grupo.
- Ahora bien, pasando a un plano menos físico, la iglesia no está a nuestro servicio, sino que estamos nosotros al servicio de un ministerio de Cristo y formamos parte de un cuerpo donde Cristo es la cabeza y cada uno de nosotros es una parte funcional o disfuncional del grupo. Por lo que el resultado de ese conjunto de ideas estará listo o no para toda buena obra.

Es entonces que por un lado está el plano físico en donde convivimos e interactuamos juntos para un propósito, y por otro lado está el plano trascendental, en donde cumplimos un propósito mayor al nuestro.


Lograr convivir con Dios y/o en una congregación es en teoría fácil, más fácil si sueles separar esos dos aspectos en tu vida, como se hace con el trabajo, la familia, etc… pero la iglesia es algo más, ya que llevar a la práctica estos dos aspectos de la iglesia, el personal y el espiritual son tarea que requiere de una conciencia divina, un poderoso discernimiento y sobre todo una entrega fiel a Dios sin perder la autenticidad de la personalidad.

Es decir, no se trata de formar parte de un grupo en donde todos somos iguales y se condicione el comportamiento de las personas obligándolas a ser o actuar de determinada forma a fin de aparentar ser una iglesia modelo, con reglas impuestas y marcado orden. No, lo ideal es que cada quien tenga criterio y conocimiento de lo que es bueno y lo que es malo…
Resulta incómodo y complicado tratar de crear un criterio en personas adultas, esa etapa se forma naturalmente en la infancia y con una buena educación,
el criterio de una iglesia y del comportamiento en la misma o fuera de ella, bien pueden ser inculcados en las enseñanzas bíblicas, pero… quien hace la obra y quien provoca el cambio y el crecimiento es Dios mismo, eso… en quiénes se lo permiten.

Después de todo, qué es Seguidores de Cristo y quiénes son sus sacerdotes?
Después de todo, ¿qué es Apolos? ¿Y qué es Pablo? Nada más que servidores por medio de los cuales ustedes llegaron a creer, según lo que el Señor le asignó a cada uno. Yo sembré, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. Así que no cuenta ni el que siembra ni el que riega, sino sólo Dios, quien es el que hace crecer. El que siembra y el que riega están al mismo nivel, aunque cada uno será recompensado según su propio trabajo. En efecto, nosotros somos colaboradores al servicio de Dios; y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios. 1 Cor. 3:6-9

Porque todos tenemos o hemos estado en los peores momentos, todos tenemos un pasado, ¿es justo preguntar de qué lado estás? No, sino.. de que lado deseas continuar.
“- No encajo en la iglesia: dicen que soy un tonto, un niño, un promiscuo, un hablador, un energúmeno, que todo me lo tomo a pecho, dicen que no hago nada, que ya estoy grande o viejo, que soy muy nuevo, que no tengo la experiencia, que muy sanguíneo, que muy colérico… Dicen esto y lo otro… pero tu también lo dices, y te lo dices a ti mismo en el espejo, y lo que es peor… se lo restriegas a todos los demás con tu ejemplo. ”Pero ojo, ha llegado el momento de que se lo digas al único ser que puede cambiar esos patrones de conducta.”

Nuestra iglesia no es la única que sufre de un “acomodo” de personalidades, de una “adaptación” colectiva y de un crecimiento como cuerpo de Cristo.

El mundo está lleno de diversas iglesias, sectas y denominaciones, hay miles, y dentro de cada una se afilian y coexisten millones de personas de múltiples culturas, afinidades, y creencias. Podríamos decir que al cabo de más de 2,000 años de la llegada de Cristo, la empresa eclesiástica ha crecido y se ha desarrollado enormemente. Podríamos decir que el mundo es un universo de posibilidades en conocimiento y aún en religión.

Nuestro pequeño mundo, o nuestra pequeña iglesia (SdeC) es una más de las tantas iglesias que luchan por hacer la diferencia, tiene sus “particularidades” que la hacen diferente a las más comunes, y también afloran sus tradiciones enriquecidas por varios antecedentes denominacionales del pasado.

Trataré de aclarar unos puntos sobre las personas que visitan o están en la iglesia y sobre el propósito de la iglesia como institución.

1.- Toda persona que llega a una iglesia:
- El individuo que está genuinamente interesado en seguir una vida dentro del cristianismo, sabe y adquiere todo buen conocimiento, aplicándolo en su vida y en su entorno.
- El individuo que no está genuinamente interesado en seguir una vida dentro del cristianismo, sabe y adquiere todo buen conocimiento para su uso personal.

No es necesario que te identifiques, solo mira los frutos de tu estancia en la iglesia, y eso te servirá para ver si tu interés es genuino.:
(después de todo… por sus frutos los conoceréis)

2.- Toda iglesia que llega a la vida de una persona:
- La iglesia que está genuinamente interesada en la salvación de las personas, sabe y está consciente que su labor es puramente educativo en el evangelio de Cristo (principalmente) No impone sus ideas, sólo predica libremente.
- La iglesia que no está genuinamente interesada en la salvación de las personas, sólo está enfocada en vanagloriar su espacio, su denominación y a su credo, impone su propia ley (usando la ley de Dios) a los miembros para mantener su buen estatus.


Ahora bien, si aún tratas de identificarte con algún lado o aspecto:
(Como miembro o visita de la iglesia… y como parte de la iglesia…)

Es importante personalizar este mensaje. Tal vez la idea de dos lados, dos actitudes, una buena otra mala, den a la idea de que estoy hablando de dos cosas separadas, y no es así… la idea es que todos hemos sido buenos y malos, hemos dado buenos y malos testimonios.
Cuado se esta en un momento cumbre del camino con Cristo, resulta tentador ver que en tu “crecimiento espiritual” otros no van al mismo ritmo o velocidad que tu, y los ves que se quedan atrás, por ser faltos de conciencia o cocimiento o que son impudencia. Pues fíjate bien, porque se correo el riego de juzgarlos.
Debemos ver que el crecimiento lo da el Señor, y que hemos sido separados para hacer cosas grandes en el nombre de Cristo. Bien, eso no te da más que la autoridad de ser el mejor de los ejemplos.

En estos momentos podemos sentir que nuestra responsabilidad como iglesia es ser ejemplo de la verdad, y en base a esa responsabilidad podríamos adjudicarnos la idea de imponer la ley de Dios en los más rebeldes, en los más pecadores, en los más desordenados y deshonestos. Pero no es así, aunque a veces lo pareciera, en realidad la intención es más sana y menos inquisidora, y la verdad es que no hay justos ni aún uno. Todo mensaje que se expresa aquí, está siendo ministrado para ustedes, pero ya fue ministrado en el portavoz, y aún así… es una persona falible.

Nosotros traemos el pecado a la iglesia, nosotros visualizamos nuestros testimonios en la sociedad y en la iglesia, nosotros dejamos que los demás piensen de nosotros lo que les dejamos ver. Consecuentemente, las personas que no pueden formarse un criterio propio, y nos están observando, juzgarán el cristianismo basado en lo que ven de la iglesia que se los esta presentando. Con está delicada norma social, podríamos caer en la trampa de una iglesia visualmente perfecta, teóricamente cristiana, pero sin amor.

Si una de tus metas a corto plazo es proyectar una iglesia auténticamente cristina, mi consejo es que comiences con tu vida, con tu actitud hacia los demás, y por sobre todo, motivado por el amor al prójimo.

Se una persona “limpia” para Dios y para ti mismo, luego como resultado de eso la gente verá tus testimonios y se convertirán… (si, por gracia de Cristo: tu familia, amigos y otros, llegarán a Cristo movidos por la curiosidad de lo que bien representas). En cambio, si dices practicar el cristianismo y afloras otra actitud contrastante al cristianismo, tu testimonio no dará buenos frutos para Cristo y serás cortado.

La iglesia como idea de una institución digna es muy buena, pero los miembros son quienes la corrompen. El cristianismo como la fe en Dios es una obra divina, pero las personas no la viven en Dios.

Seguidores de Cristo es una iglesia con varios propósitos, uno de ellos, el principal es llevar o trasmitir las buenas nuevas que son de salvación para todos, esto para que vivas en el evangelio, para que tú te desarrolles como hijo de Dios y estés listo pata toda buena obra.
La iglesia somos todos los que compartimos este propósito, los que no… están rellenando la iglesia he involuntariamente están dando formas para mejorar este propósito.
Tú decides que lado alimentas más, tu decides que testimonio deseas dar y porque. Aquí no se le impone ninguna ley a nadie, eres tú mismo quien debe imponer la ley de Dios en ti mismo de forma voluntaria, esa es la magia de creer en un Dios que nos ama y nos deja decidir libremente.

Se ha dicho varias veces que somos guarda de nuestros hermanos, y es verdad, sin embargo te voy a dar una fórmula más fácil… “se guarda de tu salvación, se guarda de tu testimonio, sé celoso de tu relación con Dios, y como unció y lógico resultado serás automáticamente guarda de tu hermano, serás fruto vivo y fiel ejemplo, serás estandarte y embajador de Dios aquí en la tierra. Como único resultado lógico de tu apego a Dios la iglesia que hoy habitas será reflejo y testigo de la voz de Dios. Como único resultado de éste fruto las personas se acercarán a Cristo pues han visto y confirmado la luz y sal que eres y que das sabor a este mundo.

Nuestra iglesia (SdeC) está creciendo, los exhorto a seguir, no para que digan que ésta es una iglesia “echa y derecha… como Dios manda” sino que sea una iglesia para complacer a Dios y para estar siempre listos para toda buena obra.

“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.”
Mateo 5:16

DLB

(Escrito: C.zar © SdeC Comunidad Cristiana Interdenominacional, Imagen cortesía de ©Corbis)

14 agosto 2008

*Predicación 3/08/'08 “¿Cómo vencer la tentación?

Dice la palabra: “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica”
1 Corintios 10:23.
Hace unos días, platicando con un amigo me comentaba que se sentía muy mal por algo que había hecho, que Él sabía que no debería hacer, pero lo hizo porque fue seducido por un deseo de pertenencia, que sé yo. Literalmente ésta persona cayó en una tentación.

La tentación es todo aquello que nos quiere apartar o distraer de una meta en particular. Para algunos, son todas aquellas cosas que no sé nos son “permitidas”. Nuestra vida como Hijos de Dios está llena de estas “distracciones” que nos quieren alejar de nuestro objetivo: Una vida eterna con Cristo. La clave está en 1 Corintios 6:12, Todas las cosas me son lícitas, más no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, más yo no me dejaré dominar de ninguna.

La tentación ha estado presente desde el inicio de los tiempos en la vida del ser humano, “Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de el comieres, ciertamente morirás” Génesis 2:9, 16,17.

No estamos solos en éste mundo, desde el principio de la creación el ser humano se ha visto rodeado de elementos que lo acompañan. Entre estos se encontraba la tentación y el tentador. ¿Qué debemos hacer entonces para no caer en la tentación o para liberarnos de la tentación? La respuesta es fácil, sería vivir alejados de todo lo que nos pueda causar tentación, pero ésta es una salida fácil que no nos beneficia en lo absoluto, ya que nos perdemos de muchas cosas y negamos el sacrificio de nuestro Señor Jesucristo.

“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gracia de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos” Romanos 5:1-6. Y la paciencia y el amor de Dios son frutos del espíritu.

Pues si fuera así de sencillo, y ese fuera el plan de nuestra salvación, Dios mismo nos encerraría en una burbuja, y nos mantendría “libres” de la tentación y no hubiera mandado a su Hijo a morir por nosotros, y aún así, por nuestra misma naturaleza, estaríamos tentados a escapar de esa burbuja, porqué hasta allá iría el tentador. Pero Dios quiere que veamos como es ésta vida y para qué anhelamos la vida futura, por convicción. Tampoco debemos huir de la tentación... aún el Señor Jesús fue tentado en el desierto, y estaba sólo y la enfrentó, porque es más gratificante según la promesa: “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman”. Santiago 1:12 y no sólo una vez, sino tres veces.

El Señor conoce nuestra vida, desde antes de nacer y él ve nuestro camino, y conoce lo que hay en nuestro corazón, nuestras fortalezas y nuestras debilidades, y sabe que es lo que vamos a hacer, Él sabe todo de antemano, ¿Pero por qué permite que seamos tentados? “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni Él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” Santiago 1:13-15

Dios nos ha dado infinidad de dones, entre ellos el del libre albedrío. El Señor confía en nosotros y confía en que hagamos frente a la tentación y no caigamos en ella, ese también es un regalo. También nos ha dado de su gracia, para que cuando caigamos en la tentación podamos salir de ella. “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” 1 Corintios 10:13.

¿Que debemos hacer una vez que hemos caído en la tentación?:

Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Isaías 1:18.

“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados” Hebreos 2:18, Hebreos 4:15-16.

¿Qué debemos hacer para vencer la tentación?

“Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” Mateo 26:41

“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernantes de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” Efesios 6:10-18

(Escrito: Misael © SdeC Comunidad Cristiana Interdenominacional, Imagen cortesía de ©Corbis)

*Predicación 27/07/'08 “La sabiduría y la tentación”

Génesis Capítulo 3: En las escrituras bíblicas pódenos leer en el Génesis que la serpiente era más astuta que todos los animales del campo que Dios el Señor había hecho, así que le preguntó a la mujer: ¿Es verdad que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del jardín? Podemos comer del fruto de todos los árboles –respondió la mujer- Pero, en cuanto al fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: “No coman de ese árbol, ni lo toquen; de lo contrario, morirán”. Pero la serpiente le dijo a la mujer: -¡No es cierto, no van a morir! Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal. La mujer vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía buen aspecto y era deseable para adquirir sabiduría, así que tomó de su fruto y comió. Luego le dio a su esposo, y también él comió.

En ésta historia encontramos una parte muy interesante, la de “Era deseable para adquirir sabiduría” la Biblia es clara cuando dice en Santiago 1:5 y 3:17 acerca de la sabiduría, pero se encuentra centrada en medio de la tentación.

Tenemos dos clases de sabiduría: la sabiduría humana y la sabiduría de Dios…

La humana conoce que hay que hacer en éste mundo, como actuar en la calle, como actuar en el trabajo y como sacar ganancia de lo que sabemos hacer. La sabiduría de Dios es la que nos muestra Santiago en 3:17.

Continúa el relato de Génesis 3:7-9: En ese momento se les abrieron los ojos, y tomaron conciencia de su desnudez. Por eso, para cubrirse entretejieron hojas de higuera. Cuando el día comenzó a refrescar, oyeron el hombre y la mujer que Dios andaba recorriendo el jardín; entonces corrieron a esconderse entre los árboles, para que Dios no los viera. Pero Dios el Señor llamó al hombre y le dijo: ¿Dónde estás?

Existen debates teológicos en quien está hablando en ésta parte y como lo está haciendo. Pero no entraremos en profundidad, sólo aclararemos que el hombre se ha dado cuenta por medio de su sabiduría que ha traicionado a Dios y ahora su falta está expuesta, representada aquí con su desnudez… ahora bien si ya habían hecho ropas para cubrirse… ¿Porque se escondieron, porque no salir al frente de Dios como un Oscar de la Renta o un Versace, porque se sintieron que aún estaban desnudo? Porque en ellos existía una conexión, con la sabiduría del fruto entienden que Dios ve más allá, que no importa la ropa que uses o como te presentes ante el mundo o en la calle o en el trabajo; delante de los ojos de Dios somos expuestos delante de Él y nos ve tal y como somos. Nuestra desnudez es evidente para Él y nos ve como realmente somos.

Génesis 10 y 11 El hombre contestó: -Escuché que andabas por el jardín, y tuve miedo porque estoy desnudo. Por eso me escondí. ¿Y quién te ha dicho que estás desnudo? Le preguntó Dios. ¿Acaso has comido del fruto del árbol que yo te prohibí comer?

¿Dónde estás? Creo yo que Dios no necesita que le digamos donde estamos físicamente, no creo que Dios nos busque físicamente sino espiritualmente y moralmente. Que nuestra mente sepa en que lugar estamos es la pregunta que debemos contestar. ¿Adán dónde estás? ¿Quién te lo ha dicho? ¿Cómo has adquirido ese conocimiento? ¿Acaso me desobedeciste? Dios sabe las respuestas de esas preguntas y ahora está confrontando al hombre con sus acciones. Quiere que reconozca que ha fallado. Quiere ver si algo de su sabiduría está en el hombre.

G.12
Él respondió: -La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí.

¿Qué pasa cuando no queremos enfrentar nuestras acciones?

Pues bien fácil, le echamos la culpa a alguien más. Y es naturaleza humana. En nuestra sabiduría humana es más fácil salir de una situación mala que arreglarla porque enfrentar alguna situación, sobre todo cuando yo soy el que he fallado, es muy difícil, requiere una madurez que en ocasiones no tengo y una sabiduría que tampoco tengo.

G.13 Entonces Dios el Señor le preguntó a la mujer: - ¿Qué es lo que has hecho? – La serpiente me engaño y comí- contestó ella.

El punto de éste mensaje sobre buscar sabiduría, es que la podemos encontrar a través de un lugar inesperado, al menos por nosotros.

Santiago 3:17 dice que la sabiduría que desciende del cielo es ante todo pura, bondadosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera, o sea es amor. En el amor encontramos las mejores decisiones pues proceden de un corazón que no busca un bien propio y que es imparcial. Al final de éste pasaje vemos como Dios ve nuestra sabiduría y sabiendo que no es suficiente nos cubre con su sabiduría.

G.14 Dios es el Señor hizo ropa de pieles para el hombre y su mujer, y los vistió.

Dios está dispuesto a recubrirnos con sabiduría que viene del cielo. Él en amor nos puede cubrir, da a nuestro entendimiento una nueva ropa. Cobijémonos y arropémonos en la sabiduría del Señor. Seamos renovados con la renovación de nuestras mentes Romanos 1:2

Busquemos pues la sabiduría que viene del cielo. Si comparamos el capítulo 3 de Génesis con el libro de Santiago podremos encontrar muchas respuestas de porque actuamos como actuamos y como podemos mejorar y corregir lo que hacemos para agradar a Dios, que es a final de cuentas lo que estamos buscando como Seguidores de Cristo.

(Escrito: Trock © SdeC Comunidad Cristiana Interdenominacional, Imagen cortesía de ©Corbis)

*Predicación 20/07/'08 “UN EJÉRCITO ESPECIAL”


“Yéndose luego David de allí, huyó a la cueva de Adulam; y cuando sus hermanos y toda la casa de su padre lo supieron, vinieron allí a él. Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado,y todos los que se hallaban en amargura de espíritu,y fue hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como cuatrocientos hombres.”1 Samuel 22:1,2

David fue el segundo rey de Israel. Formó su carácter durante años cuidando ovejas, librándolas de las garras de osos y los leones, escribiendo y entonando cantos de alabanza a Dios. Y fue allí, siendo miembro del anonimato, que un día Dios decidió ungirlo para ser el próximo rey de Israel, sucediendo a Saúl.

Saúl fue, además de su rey, su suegro, ya que él prometió dar a su hija al que venciere al gigante Goliat, y David logró matarlo con su honda y su piedra de río (1 Samuel 17). De ésta manera David llegó rápido a la casa real.

No tardó para que Saúl comenzara a sentir celos por él, pues su fama iba creciendo entre el pueblo que lo ovacionaba: “Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles” (1 Samuel 18:7), y su enojo creció tanto, que en repetidas ocasiones le arrojó lanzas para acabar con él. Llegó la tensión a tal punto que David tuvo que salir huyendo del palacio para proteger su vida. Vagó por varias provincias hasta que llegó a una cueva, la cueva de Adulam. Y ahí es donde tiene lugar el versículo con el que iniciamos la historia.

Adulam, según los teólogos, fue una de las ciudades reales de Canaán, que después fue integrada a la tribú de Judá (Josué 12:15; 15:35). Esta ciudad fue reedificada por Roboam (2 Crónicas 11:7). Hay en la actualidad una cueva muy grande en «Wadi Khureitun», en la zona oriental de Judá, donde tradicionalmente se le relaciona con la cueva de Adulam.

Ésta cueva fue para David su cuartel general donde formó su primer ejército con hombres con características muy singulares. ¿Eran acaso los más valientes de la región, los más adiestrados y experimentados en la guerra? ¿Tenían en sus repisas trofeos por haber triunfado en guerras anteriores? No, todo lo contrario. Además de temerosos, eran hombres afligidos, endeudados y amargados.

Pero, ¿qué vio David en ellos para tomarlos como ejército, y qué vieron ellos en este fugitivo para aceptarlo como líder? En la situación en que se encontraba David, ¿era capaz de inspirarlos para salir del hoyo en que se encontraban y animarlos a luchar la guerra más grande que era contra sus propios temores?

Estando en esa cueva, David abrió su corazón y expresó su aflicción componiendo el Salmo 57:

“Mi vida está entre leones; Estoy echado entre hijos de hombres que vomitan llamas;Sus dientes son lanzas y saetas,Y su lengua espada aguda. Red han armado a mis pasos; Se ha abatido mi alma; Hoyo han cavado delante de mí; En medio de él han caído ellos mismos.” (versículos 4 y 6)

Era evidente que su alma estaba en angustia por los que lo perseguían, sabía que su vida corría peligro por las lanzas, saetas y espadas. Pero a pesar de todo y que la tempestad se levantaba amenazante, sabía que el Maestro estaba cerca, y había esperanza en su corazón:

“Clamaré al Dios Altísimo, al Dios que me favorece. El enviará desde los cielos, y me salvará De la infamia del que me acosa; Dios enviará su misericordia y su verdad. Te alabaré entre los pueblos, oh Señor; Cantaré de ti entre las naciones. Porque grande es hasta los cielos tu misericordia,Y hasta las nubes tu verdad.”(versículos 2,3,9,10)

Seguramente fue esa fe y esa confianza en Dios la que logró que aquellos hombres necesitados quisieran seguirlo y luchar por su causa. Querían experimentar ese mismo amor por Dios y la confianza de que Él los protegería.

Así que llegó el momento en que Dios los desafía y los manda a pelear contra los filisteos. El ejército temeroso vacila y le pregunta a Dios si realmente quiere que peleen contra ellos. El Señor les repite la instrucción de luchar contra el enemigo, prometiéndoles que Él les daría la victoria entregando en sus manos a los filisteos. Con todo y sus temores, obedecieron y la victoria fue grande, derrotando por completo al ejército enemigo. ¡Wow! ¡Cuántas victorias pueden suceder cuando confiamos en la promesa de Dios!

Esta historia nos deja una gran enseñanza para nosotros porque lo podemos aplicar perfectamente en nuestras vidas, pues como aquellos hombres, muchos de nosotros también hemos venido al Señor en medio de una gran necesidad y hemos encontrado un refugio en su presencia.

Esta iglesia, como muchas otras, simula aquella cueva de Adulam donde llegan hombres necesitados buscando la solución a sus problemas. Seguramente nosotros llegamos aquí con historias desagradables, tristes, llegamos con aflicción, con deudas (morales), amargados, deprimidos. ¿Cuántos fueron corridos de sus familias, amigos e iglesias? ¿Cuántas historias conocemos de otros amigos en ésta misma condición, que fueron heridos, defraudados, juzgados, condenados? Tal vez pensábamos que no había remedio para ésta situación y que Dios ya nos había desechado, hasta que nos encontramos con este refugio y recibimos sanidad a nuestra herida.

Cristo vino a “vendar a los quebrantados de corazón, a proclamar libertad a los cautivos y libertad a los prisioneros, a confortar a los dolientes, a dar una corona en vez de cenizas, aceite de gozo en vez de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado” (Isaías 61:1-3). Es éste mensaje el que ha traído sanidad a nuestra alma y consuelo en medio de la aflicción. No importa que tengamos temores, que otros no crean en nuestro potencial, que se nos subestime y condene… Ahí radica precisamente el milagro de Dios, que de la nada forma lo que es.

Dice la Biblia que “lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es” (1 Corintios 1:27,28). Así que no importa cuál sea nuestro pasado, nuestra historia, nuestro dolor o amargura, el Señor puede y quiere levantar un ejército especial que luche por la causa del Evangelio y arrebate al diablo las almas que tiene en sus manos.

Cuando el Señor nos manda que peleemos, debemos hacerlo confiando en que no será con nuestra fuerza, sino con su fuerza y en el nombre del Señor de los Ejércitos (1 Samuel 17:45), por lo tanto, debemos estar tranquilos que mayor es el que está en nosotros, que el que está en el mundo (1 Juan 4:4). Y si él está con nosotros, ¿quién podrá estar contra nosotros? (Romanos 8:31) ¡Qué alegría! ¡Dios nos defiende como poderoso gigante! (Jeremías 20:11). ¡Somos más que vencedores en su Nombre! (Romanos 8:37).

Está en nuestras manos tomar la decisión de formar parte de éste ejército especial y luchar contra el ejército enemigo y ayudar a establecer el reino de Dios en la vida de aquellos que no lo conocen, dándoles las buenas nuevas de paz, de salvación, de redención.

No será fácil, habrá luchas que enfrentar pero el Señor ya prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mateo 28:20). Seguramente habrá caídas, pero lo importante no es jamás caer, sino seguir en pie de guerra, luchando con la espada en la mano.

Vale la pena esforzarse. Vale la pena ser parte de éste ejército especial. Vale la pena seguir a Jesús y luchar por Él.

(Escrito: David © SdeC Comunidad Cristiana Interdenominacional, Imagen cortesía de ©Corbis)

07 agosto 2008

*Predicación 20/07/'08 “Desde el Jardín”

La vida crece y se renueva cada día, hace años leí un libro llamado “Desde el Jardín” en el se narraba la historia de un jardinero, tardo mentalmente, que por azares del destino se ve involucrado en un ambiente de poder al cual no pertenecía, es por ésta misma secuencia de enredos que se le pregunta sobre las podas presupuestales a lo que él responde “las podas son buenas, pues dan forma al árbol y estimulan su crecimiento”.

Dios en su inmenso poder nos dio forma, a su imagen y semejanza y dispuso todo un sinfín de seres vivos, y cosas para que los domináramos e hiciésemos buen uso de ellos. Pero su obra no concluyó ahí. Él nos sigue podando y dando forma día tras día, nos poda, nos fortalece, nos deshierba, nos abona, nos riega, nos trasplanta, etc. Algunas de estas cosas podrían parecer agresivas, pero cuando vemos un hermoso jardín lo que vemos además de la belleza de las plantas es el cuidado que el jardinero ha dedicado, el fruto de el esfuerzo y todas las labores antes descritas son necesarias.

Un árbol que no produce es desterrado del huerto para dejar a otras plantas nuevas que crezcan y den flor y fruto. El árbol que ya murió es derribado y eliminado junto con la hierba seca, que sirvió y adornó el jardín, pero que ya no cumple esa función, lo viejo a pasado y hay que dar paso a lo nuevo, eso no quiere decir que no sirvió. Lo hizo y mucho, éste jardín que vemos hoy se formó y creció gracias a las primeras plantas que vencieron la maleza, por las que fue aflojada la tierra, sus hojas secas abonan suelo, sus ramas alguna vez fueron el descanso de aves, sus troncos casa de animales y sus raíces oxigenaron el suelo que hoy es más fértil, gracias a eso, pero sobre todo a la sabiduría y a la intención del jardinero que las plantó allí.

El jardinero fue quien trasplantó aquellas plantas que no podían florecer en la ciudad de Egipto, que era el pueblo de Israel, el cuál fue trasplantado a la tierra prometida, y quien trasplantó a Adán y a Eva de el jardín del Edén a la tierra, quien trasplantó a Elías, de Israel a Sarepta y todos los apóstoles que dejaron sus familias, sus casas, su tierra y se fueron a los lugares lejanos que Dios les había encomendado. Pero no sólo fueron trasplantados, también fueron regados, alimentados, abonados en su espíritu y no paró es eso porque si ustedes recuerdan algún aspecto de su vida, la historia generalmente no termina como Blanca Nieves. Y vivieron felices para siempre, pues no pasa así.

Por eso el que basa sus expectativas a futuro en cuentos de hadas, está destinado a desilusionarse mucho. Pero si basamos nuestra vida en Dios y la Biblia, esto nos habla de cómo es la vida con Dios y nos damos cuenta de que en está vida no hay finales felices, sólo reales, humanos y en lo humano nada es perfecto, por eso esa recomendación, no se amolden a ésta vida, todo en ésta vida es pasajero. Si tú basas tu seguridad en las cosas que ahora tienes, si tú basas tu felicidad en lo que has adquirido, te informó que te prepares para sufrir y mucho. Lo único eterno que tenemos es Dios.

Si yo me vuelvo la rama leñosa o pesada, el viento me tumbará, no importa cuanto fruto haya dado, no importa cuan verde haya sido, no importa cuantas flores bellas hayan adornado el jardín, si se vuelve rígida, inflexible, pesada, se caerá, el viento la tumbará y causará daño al árbol en su caída claro está, pero el árbol se recuperará y la herida sanará. No nos sintamos mal, a todas las plantas les pasa y eso les da su forma característica y lo verde, lo nuevo prevalecerá. Nosotros como árboles podemos caer, al caer y pensar que las cosas deben de ser como nosotros creemos y entendemos que son.

Dios vino a dar sabiduría donde menos se creía para que los sabios se bajaran de su pedestal. Para que no nos vanagloriemos, para que el poder y el control se lo diéramos a Él. Porque todo fué hecho por Él y para Él. Dios no te tomó a tí para que el mundo fuera y pensará como tú, ese trabajo, ese ejemplo está en Cristo, porque él es el barón perfecto.

Las palmeras son elásticas y difícilmente un huracán las tumba, se pueden ladear hasta el suelo y vuelven a recuperar su posición, cuando un árbol es joven es muy flexible y así aunque es pequeño puede resistir los embates de un fuerte viento. Dios no nos pide que nos dejemos arrastrar por el viento, si se dan cuenta estas plantas están fijas al suelo, lo que se mueve es su tronco y sus ramas, pierden algunas hojas pero el árbol sigue y está vivo porque está aferrado al suelo. El secreto de la eterna juventud no está en la apariencia, en la corteza, esa cumple otra función, la juventud se ve en lo flexibles que podemos ser, en lo rápido que nos recuperemos.

Pero no nos desviemos, las podas nos duelen, nos cambian, nos hacen fuertes, Dios podó a todos estos personajes que conocemos, podó a Ruth quitándole los hijos y le dio nueva vida, podó a Job y renació, podó a Josué, y todos se dolieron de sus heridas, pero estas mismas dolorosas heridas los volvieron los hermosos árboles, rosales, etc. en que se convirtieron. No porque se quedaron doliéndose de ellas, sino porque se recuperaron.

Es triste perder algo que amábamos y es más que seguimos amando a pesar de no tenerlo, pero debemos estar confiados en que esa pérdida cumple un propósito más elevado y esa rama y esa hoja a la que añoramos, cumplió su misión, su propósito en éste tiempo, en ésta vida lo único constante es que todo cambia. Y no podemos ni debemos sucumbir a las pérdidas, podemos llorar, lamentarnos, pero debemos recuperarnos y seguir viviendo, es verdad nunca volveremos a ser los mismos y esa es la razón de la poda, allí estriba su milagro, el motivo, la causa. ¿Para qué querría alguien podar un árbol esperando que tenga la misma forma que tenía antes de ser podado? Se poda para que adquiera cierta forma, ciertas características, se espera que dé mejores frutos, se espera que sea más fuerte, se espera que tenga una mejor forma, para quitarle una plaga o enfermedad.

Créanme… a mí me cuesta decir que debemos regocijarnos en la voluntad de Dios y más cuando ésta voluntad me está quitando algo que amo, nos revelamos y decimos ¿Porqué a mí?, ¿Porqué yo? ¿Porqué ahora que todo iba tan bien? y ¿Porqué no? ¿Quiénes somos nosotros? Nos hemos acomodado tanto a este mundo, nos gusta tanto, que nos creemos el centro sobre el cual gira la voluntad de Dios. Y nos da vergüenza, nos escondemos, nos amargamos, quedamos resentidos, ¿Contra quién? ¿Contra el de al lado? ¿Contra lo que perdimos? ¿Contra Dios?, pues contra quién debemos estar resentidos es contra nuestro olvido. No se trata de nosotros, se trata de Dios, no nos acostumbremos a este mundo, todo pasará sólo Dios es eterno y solo Jesús salva.

(Escrito: Gerardo © SdeC Comunidad Cristiana Interdenominacional, Imagen cortesía de ©Corbis)

*Predicación 27/07/'08 “Venciendo la guerra espiritual”

Jesús Y Beelzebú (Mateo 12:22-29) Un día le llevaron un endemoniado que estaba ciego y mudo, y Jesús lo sanó de modo que pudo ver y hablar. Toda la gente se quedó asombrada y decía: ¿No será éste el hijo de David? Pero al oírlo los fariseos, dijeron “Éste no expulsa a los demonios sino por medio de Beelzebú, príncipe de los demonios, Jesús conocía sus pensamientos, y les dijo: “Todo reino dividido contra sí mismo quedará asolado, y toda ciudad o familia dividida contra sí misma no se mantendrá de pie” Si Satanás expulsa a Satanás, está dividido contra sí mismo, ¿Cómo puede entonces, mantenerse en pie su reino? ¿Ahora bien, si yo expulso a los demonios por medio de Beelzebú, los seguidores de ustedes por medio de quien los expulsan? Por eso ellos mismos los juzgarán a ustedes. En cambio si expulso a los demonios por medio del Espíritu de Dios, esto significa que el reino de Dios a llegado a ustedes. ¿O cómo puede entrar alguien en la casa de un hombre fuerte y arrebatarle sus bienes, a menos que primero lo ate? Solo entonces podrá robar su casa.

Todo reino dividido esta perdido, tarde o temprano caerá. La división causa enemistad, pérdida, derrota, debilidad, nos expone al enemigo.

Satanás nos ata para poder robarnos lo que Dios por su gracia nos ha dado, el pecado no confesado nos ata, la incredulidad a la palabra de Dios nos ata, el caer en la tentación nos ata, el orgullo y la vanagloria nos ata, la rebeldía nos ata, la desobediencia nos ata.

Su enemigo del Diablo (1 Pedro 5:8-9) Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quien devorar. Resístanlo, manteniéndose firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos en todo el mundo están soportando la misma clase de sufrimientos.

Características del Diablo (adversario o enemigo, acusador, engañador, mentiroso, tentador, maligno, ladrón, asesino de almas)

Parábola del sembrador (Mateo 13:18-23) Escuchen lo que significa la parábola del sembrador. Cuando alguien oye la palabra acera del reino y no la entiende, viene el maligno y arrebata lo que se sembró en su corazón, esta es la semilla sembrada junto al camino. El que recibió la semilla que cayó en terreno pedregoso es el que oye la palabra e inmediatamente la recibe con alegría, Pero como no tiene raíz, dura poco tiempo. Cuando surgen problemas o persecución a causa de la palabra, en seguida se aparta de ella. El que recibió la semilla que cayó entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de esta vida y el engaño de las riquezas lo ahogan, de modo de que ésta no llega a dar fruto. Pero el que recibió la semilla, que cayó en buen terreno es el que oye la palabra y la entiende,. Esta sí produce una cosecha al treinta, al sesenta y al ciento por uno.

Jesús sana a una mujer encorvada (Lucas 13:10-16) Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer quedas libre de tu enfermedad. Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó a alabar a Dios. Sin embargo a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años.

La armadura de Dios (Efesios 6:10-18) Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor. Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del Diablo Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza. Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, protegidos por la coraza de justicia, y calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz. Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno. Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. Oren en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos. Manténganse alerta y perseveren en oración por todos los santos.

Dios nos ha dado armas espirituales para defendernos y protegernos de Satanás

  • El cinturón de la verdad, (Nos protege de la mentira del Diablo)
  • La coraza de justicia (Nos protege nuestro corazón por la salvación)
  • El calzado del evangelio (El predicar el evangelio nos fortalece)
  • El escudo de la fe (Nos guarda de la incredulidad o duda)
  • El casco de la salvación (Nos protege nuestra mente de la condenación)

Y para atacar y vencer a Satanás nos dio

  • La espada del Espíritu que es la palabra de Dios (Por medio de la lectura, la meditación, el conocimiento de su palabra podemos derrotar a nuestro adversario.


Recuerda que Jesús ya venció a Satanás en la cruz, al resucitar al tercer día nos dio la victoria. Y Satanás ya no tiene parte ni suerte con la iglesia de Dios, porque nuestra fe nos da la victoria.

(Escrito: Pedro © SdeC Comunidad Cristiana Interdenominacional, Imagen cortesía de ©Corbis)